jueves, 30 de junio de 2011

A fuego


JAMES VICTORE: EL MEJOR USO DEL DISEÑO GRÁFICO ES DISEMINAR INFORMACIÓN, NO SÓLO VENDER CALCETINES

por Santiago Robles Bonfil
                  en colaboración con Karina Ruiz Ojeda
          Traducción de J Rafael Martínez E


James Victore es un artista, diseñador, activista y comunicador. Sin educación formal, pues desertó de la School of Visual Arts, en Nueva York –en donde ahora da clases–, ha logrado trascender fronteras con sus mensajes visuales cargados de humor y transgresión. Ante todo, comunica ideas mediante recursos sencillos, de una manera fresca e innovadora. Su obra forma parte de las colecciones permanentes del Palais du Louvre y de la Library of Congress, en Washington, D.C., entre otras. Su objetivo es producir un trabajo “sexy, fuerte y memorable”. Para acompañar las imágenes que de su trabajo presentamos, James Victore nos compartió algunas opiniones.

Santiago Robles: Hace diez años pensabas que el diseño gráfico estaba hecho fundamentalmente para emitir mensajes sociales y de carácter cultural, no para vender calcetines, ¿todavía lo piensas?

James Victore: Hace siete años dije que el mejor uso del diseño gráfico era diseminar información, y no sólo vender calcetines. A juzgar por mi trabajo más reciente, y por lo que señalo en mi libro Who Died and Made You Boss? [Abrams, 2010], creo que la respuesta es que, en efecto, sigo enganchado con esa opinión.


 
SR: ¿Piensas que el diseño tiende a globalizarse, a parecerse todo entre sí?
JV: Evidentemente. Como se dice, el diseño “sigue la misma senda que toda la carne”. [1]Con excepción de algunos pocos trabajos, lo que se hace en China carece de contenido nacionalista. También el que se realiza en Sudamérica. Los aspectos formales del diseño, y la disponibilidad de equipos de cómputo en todos los lugares, ha situado al mundo en un espacio donde todo es igual y con la mismas carencias en cuanto a originalidad. 






 SR: Tus carteles están en la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, ¿también estuvieron alguna vez pegados en la calle para que los viera el ancho de la sociedad? ¿Qué piensas del arte como un producto para las élites?
JV: Todos mis carteles que se exhiben en el Museo de Arte Moderno fueron arrancados ilegalmente de su lugar en las calles. Lo que pienso cuando se toca el tema del arte es que resulta muy triste que la persona promedio nunca entra en contacto con obras de arte a lo largo de su vida. Los productos del arte, los empaques y los carteles han pasado por tantos comités de selección que todas sus expresiones punzantes han quedado disminuidas. 


 SR: ¿Qué es belleza y qué es fealdad para ti en una imagen?
JV: Me gustaría no poder distinguir la diferencia entre lo bello y lo feo. Cuando genero un trazo o una marca, intento que parezca áspero y gastado, como una astilla que se ha encontrado, o una mata de cabello o una nube. Y si estas cosas no resultan bellas no me sirven como herramientas. Todos los diseñadores viajan a sitios remotos y pequeños del mundo, y se deleitan con los símbolos vernáculos hechos a mano, y llegan a tomar fotografías que luego llevan a casa. Sin embargo, nunca logran utilizar lo que de auténtico pueden encontrar en estos trabajos. Es realmente triste que así suceda.




SR: ¿Quieres dar un mensaje a los estudiantes de diseño gráfico?
JV: Nunca te des por vencido. Nunca te rindas.

SR: Gracias James.
JV: Saludos y lo mejor para ustedes.


Inglés

Ten years ago you had in mind that graphic design was fundamentally a means to distribute or spread messages with either social or cultural contents, not for selling socks. Do you still maintain that opinion?
Seven years ago I said that graphic design was used at it's best for disseminating information, not to be used just to sell socks. Judging by my recent work and book, I think, yes, I am still in synch with that belief.

Do you think graphic design tends to go global, to look alike everywhere?
Yes, of course. It "goes the way of all flesh" as they say. Except for a few small jobs, work from China has no national content in it. Neither does work from South America. The formal aspects of design, and availability of computers, has presented the world with a sameness and lameness.

Your posters form part of the collections of NY’s Museum of Modern Art. Were they, sometime, hanging in the streets so that society at large could have taken a look at them? What do you think about art as a product for the elites, cultural or otherwise?
All my MoMA posters were sniped illegally in the street. My opinion about art is that it is sad that the average person has none of it in their lives. Their products and packaging and posters have been through so many committees that all the edges have been rubbed off.

When you contemplate an image, what is the beauty or the ugliness you see in it?

I would like to not know the difference between ugly or beautiful. When I make a mark, I try to make it rough and worn, like a found stick or a clump of hair or a cloud. But, if these are not beautiful, they are useless to me as tools.All designers travel to tiny, remote parts of the world and delight in the local handmade signs-- even take photos home with them, but never use the authenticity found in these original works in their own. Sad.

Do you have a message you would like to transmit to students of graphic design?
Never give in. Never surrender.

Thank you James.
Cheers and best.

Victore publicó en 2010 el libro James Victore: Who Died and Made you Boss?, una colección de greatest hits en la que habla sobre sus fuentes de inspiración, sus procesos de trabajo y las lecciones aprendidas en su trayectoria.


[1]  N. del Trad. Esta frase hace alusión, en forma alterada, a una cita bíblica del Libro de los Reyes 2:2, y también del Libro de Joshua 22:14, y significa que se sigue el camino de toda la carne, que es, literalmente, “morir”.

Algunas notas sobre "Sweet Movie", de Dusan Makavejev.


Eric Silva Manjarrez

Desde que fue estrenada en Cannes en 1974, esta obra maestra ha sido llamada grosera, incivilizada y ofensiva. La ofensa es una de sus estrategias, pero los críticos que la han llamado una incesante orgía de fastidiosos actos no han visto con detenimiento lo que está frente a la pantalla. Lejos de estar basada en la gratuidad del sexo, Sweet Movie es una película artísticamente honesto, políticamente inteligente que se vale de todos los medios a sus disposición, mortalmente serios algunos, hilarantes otros, para agitar a los espectadores de su brumoso estado mental que sofoca libertad y creatividad. ¿Por qué Sweet Movie ha sido tan difícil de tolerar para algunos? Una posible respuesta consiste en que la película es exactamente lo que promete ser: una verdadera película pionera destinada a romper reglas cinematográficas y difuminar las ataduras artísticas.
Dusan Makavejev empezó su carrera al obtener un grado en psicología en una universidad serbia, estudió en la escuela de cine de Yugoslavia y realizó numerosos cortometrajes y documentales. Debutó con Man is not a bird a la que siguió Love Affair , or The Case of the Missing Switchboard Operator, irónicos dramas sociopolíticos realizados en 1966 y 1967. Poco después se aventuró a realizar en 1971 WR: Los Misterios del Organismo, que se anticipó a Sweet Movie con su meditación-collage sobre el radical psicólogo Wilhelm Reich y sus teorías de liberación sexual. Para ese entonces, Makavejev era líder del supuesto grupo de cineastas de Cine Negro, así llamado por los oficiales yugoslavos, quienes no compartían su negativo punto de vista con las ideologías oficiales. Las políticas sexuales expuestas WR fueron más de lo que esas ideologías podían tolerar: el film fue prohibido. Makavajev huyó de su país, y no volvió a trabajar ahí sino hasta 1988. Realizó Sweet Movie en Canadá, Holanda y Francia con financiamiento adicional proveniente de Suecia y Alemania del Este. A la fecha, sigue prohibida en varios países.
La historia de Sweet Movie empieza con un concurso –la competencia de Miss Mundo de 1984, en el que los honores máximos son otorgados a la virgen más bella. La ganadora es Miss Canadá y el premio es casarse con Mr. Dollars, el hombre más rico del mundo. Su nuevo esposo resulta ser un desequilibrado con un pene chapado en oro, y un miedo mórbido a las enfermedades de transmisión sexual. Iracundo por el rechazo de ella en la noche de bodas, la secuestra y la manda en una maleta a Paris, donde hace el amor con un canturreador español. Después se une a una comuna subversiva, viviendo entre extravagantes y desinhibidos miembros.
Mientras tanto, navegando  por un canal de Ámsterdam, un barco más bien inusual llamado Sobreviviente porta una gigantesca imagen de Karl Marx en su proa. Los pasajeros son principalmente niños y su cargamento son dulces y azúcar. Capitán Anna Planeta es llamada por un marinero que monta bicicleta con “Potemkin” escrito en su gorra, se hacen amantes en una tina de baño llena de azúcar. Después, ella lo apuñala, pero él responde con risas. Evidentemente ni siquiera la muerte es tan temeraria en el buen barco Sobreviviente. Tópicos como  el sexo, la subversión, dulzura, se entrelazan cerca del final de la película, cuando Miss Mundo sumerge su cuerpo desnudo en chocolate para un comercial revolcándose y ondulándose  con abandono sensual que refleja el viaje transformador por el que ha atravesado. Makavejev satiriza el capitalismo con ese momento delicioso de Miss Mundo. Intolerante como siempre, la policía cierra la película arrestando violentamente a los personajes sobrevivientes. En la conclusión,  hay cadáveres alineados al lado del canal, pero se empiezan a mover justo cuando los créditos finales empiezan, sugiriendo que la vida, después de todo, es dulce.
A lo largo de toda la obra, las influencias en Makavejev son evidentes. La más relevante es Reich, cuya vida problemática y teorías controversiales fueron el objeto de WR. Reich creía que la “energía orgásmica” era una ruta segura para la salud y la felicidad. Esta noción era un anatema en la sociedad puritana de la Guerra Fría, los agentes federales quemaron sus libros y lo enviaron a prisión donde finalmente murió. Otras fuentes de inspiración son el realizador Sergei Eisenstein, quien enseñó que el “montaje intelectual” puede contener ideas abstractas, el francés Jean Luc Godard, otro genio del montaje no lineal, y el dramaturgo alemán Bertolt Brecht cuyas teorías del “teatro épico” apelaban a un drama que estimulara tanto el intelecto como las emociones. 
Más perturbador, pero igual de fundamental en Sweet movie, es la influencia del metraje documental de las secuelas de la masacre del bosque de Katyn. En los campos cerca de la ciudad rusa de Smolensk, el ejército soviético tomó a más de catorce mil polacos prisioneros de guerra bajo condiciones infrahumanas. En 1943, dos años después de que Alemania se apoderara de la región, un equipo médico internacional investigó los rumores de que ahí se hallaba un entierro masivo. Excavando en los alrededores del bosque de Katyn encontraron varias capas de cadáveres polacos, revelando que más de dos mil prisioneros fueron asesinados por los custodios. No fue sino hasta 19992 que los oficiales de la entonces Unión Soviética confirmaron que el líder soviético Joseph Stalin había autorizado los asesinatos.
¿Por qué Makavej se refiere a esto tan gráficamente? Su nativa Yugoslavia era un país comunista cuando realizó Sweet Movie, más liberal que la mayoría pero aún dentro de la influencia de la esfera soviética.  Como enemigo declarado de la opresión, Makavejev ve al comunismo soviético como otra forma de fascismo usado por despiadados dictadores para chocar al verdadero marxismo bajo sus delirios de poder. No es accidental que la figura de la cabeza de Marx en la proa del Sobreviviente tenga una lágrima cayendo de su ojo. Los ideales de Marx también fueron enterrados en el bosque de Katyn. En otras partes de la película, Makavejev enfoca su visión crítica al autoritarismo capitalista y, fiel a sus convicciones, manifiesta su postura no a través de un discurso mesurado y razonable sino con imágenes y palabras que parecen (y a menudo son) lo opuesto a lo disciplinado y obediente.
Makavejev alcanzó el pináculo de su obra en los sesenta y lo setenta. Sus esfuerzos por alcanzar una mayor audiencia después de Sweet Movie explican el débil impacto de sus obras posteriores. En retrospectiva, los  filmes-collage gemelos WR. Los Misterios del Organismo y Sweet Movie parecen marcar la asombrosa cumbre de la carrera del cineasta. Francis Ford Coppola, impresionado después de ver WR, invitó a Makaveje para dirigir Apocalipsis Ahora quien declinó para realizar Sweet Movie.
Más de uno estamos agradecidos.
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viernes, 17 de junio de 2011

Trozadas las palabras en silencio. Ensayando una poética de Max Rojas

                                                                                Gabriela Astorga
    
A partir de que obtuvo el Premio Nacional de poesía Carlos Pellicer, la fama del poeta Max Rojas ha dejado de ser subterránea. La publicación de Obra primera (1958-1986) permite hacer una revisión de una poesía que, alejada de los reflectores y la crítica, de una u otra forma siempre ha llegado a sus lectores.
 
Al hablar de la obra de Max Rojas es casi imposible no referirse al poeta, no sólo por la generosidad que muestra a sus lectores y la entrañable amistad que lo une a muchos de ellos. También es imprescindible porque en la figura de Max Rojas se encuentra una determinante coherencia entre lo que se dice, se hace, se piensa y se escribe. Calificado como un poeta de culto, con una fama injustamente tardía, con una obra que ha circulado desde fotocopias, libros de ediciones independientes, hasta la ahora anunciada (y merecida) publicación de su poemario Cuerpos por el CONACULTA; Max Rojas se mueve de forma escurridiza entre la visibilidad y la sombra.  Al interior de sus textos este juego se traslada hasta convertirse en poética, una poética que puede seguirse a lo largo de la Obra primera (1958-1986) (Malpaís ediciones, 2011): una eterna pugna entre lo decible y lo innombrable, entre gritos y silencios, entre presencias que se evocan y la nada que aparece. Más allá de una dualidad o una dicotomía, el juego de opuestos en la obra de Max es una lucha por la palabra, una palabra que se escabulle, se escapa y, si bien logra concretarse en el poema, éste siempre va acompañado por la sombra de todo aquello que no se alcanza a expresar.
 

Con El turno del aullante, Max Rojas abre al lector, que es en realidad un escucha cómplice, una serie de gritos ahogados, descalabrados en la misma articulación de las palabras. Los poemas son llamadas que no atiende nadie, porque la verdadera llamada no puede pronunciarse, se escucha sólo a través de los espejos y se ve sólo entre las sombras. La expresión de la imposibilidad parte del “lenguaraje en busca/ de qué decir o cómo y para qué” hacia la memoria, ese costal hueco que se llena también de olvido.
El paso a la memoria funciona como un puente colgante frágil hacia la narración inédita que presenta esta edición. Vencedor de otras batallas, narración inconclusa, perdida en el tiempo, es también pieza clave para la poética de Max Rojas. Si en el turno, el grito se ahogaba, en el inicio de la novela aún no escrita, la voz casi desaparece. Queda únicamente la memoria: el Perro, es el recuerdo que regresa sin voz, el aullido, la llamada, esta vez está ya en el pasado. La voz que pesa en el relato es la de la muerte, la de la ausencia de Elba. La palabra no pronunciada a tiempo la ha matado, “y sólo pedazos de trozadas palabras de ternura nos quedaron". La palabra no es ya un aullido vivo sino un testamento.
Ese testamento estalla en Ser en la sombra. Los poemas cortos, los versos aún más cortos, la rapidez del ritmo, las palabras sacadas del costal vació de la memoria, van abriendo paso al silencio, a lo no dicho. El yo lírico ya no llama a nadie, ya no hay grito, al contrario, se va nombrando a sí mismo, pero desde la desaparición. El yo se hace sombra, cenizas, sueño, crujido. Las palabras escritas únicamente nombran todo aquello que ya no está: el silencio, como la sal, carcome. Aquel grito ahogado del turno se ve ahora imposibilitado por la sed. La búsqueda atroz por las palabras torna ya en la búsqueda desesperada de un cuerpo que aloje los silencios.

Lo indecible rebasa la capacidad de la palabra, y en este sentido es más que natural el silencio que guardó Max Rojas después de estas tres obras. Las ausencias eran demasiado grandes para concretarlas en palabras. Tan grandes eran que, treinta años después, lo golpearían con la fuerza de tres mil cuartillas que no podían ya alojarse en la garganta seca, ni en la memoria amenazada por el olvido, sino en el refugio más bárbaro del ser humano: los Cuerpos.
 

www.malpaisediciones.com
 
   

"La democracia y los partidos políticos" de Moisei Ostrogorski: la cuestión de la representatividad

                                                 Daniel Nudelman Speckman


En esta breve reseña se revisarán algunas ideas del estudioso de la política ruso Moisei Ostrogorski, que aportan elementos claves para la reflexión sobre el problema de la representatividad en los sistemas democráticos dominados por partidos, de enorme actualidad en México. Este texto constituirá también el primero de una serie de reflexiones sobre el tema que se publicarán en este espacio.


En 1912 aparece la conclusión a la edición del libro La democracia y los partidos políticos, de Moisei Ostrogorski (1854-1919). El texto comienza con el reconocimiento de que todo Estado está en manos de una clase –y con frecuencia, de una persona, pensando seguramente en la Rusia autocrática de la época–, incluso en las repúblicas donde existe el simulacro de la soberanía popular. De este modo, el Estado se vuelve contra el interés general. La forma de devolver la soberanía al pueblo ha sido el sufragio.

No obstante, el sistema electivo no se organiza a sí mismo, para preparar a la opinión y posibilitar el acuerdo surgen los partidos, y el Estado inmediatamente se interesa en ellos –en Estados Unidos actuando como regulador y manager, en Rusia, legalizando a los inofensivos y excluyendo a los perjudiciales. Ostrogorski opina, sin embargo, y esto tiene una importancia central, que si los partidos son –y deben ser– asociaciones libres y, si el Estado respeta los derechos de los ciudadanos, no debiera “interesarse” en ellos. 




En México vivimos una situación muy distinta: los partidos son considerados organizaciones de interés público. En ciertas instancias del Estado, especialmente el IFE, se permite determinar qué partidos pueden participar en las elecciones y tienen una intervención activa en sus asuntos internos. Siguiendo el razonamiento de Ostrogorski, esto es incompatible con una asociación verdaderamente libre, ciudadana y, por lo tanto, representativa.[i] 

Los partidos son organizaciones permanentes con objetivos fijos que no se adaptan a los cambios de opinión –como la fe religiosa– y con frecuencia no dan cuenta de la diversidad de posturas que existen en la sociedad en torno a diferentes temas (estableciendo, por ejemplo, falsos dualismos en los sistemas bipartidistas). Los intentos por superar este problema, extendiendo el sistema electivo a los partidos (como en las primaries estadounidenses) no ha servido, porque el ciudadano no puede abarcarlo todo y relaja su atención. El dato primero de cualquier democracia debiera ser una participación activa de la masa (que Ostrogorski denomina espíritu público), pero esta masa es pasiva y sólo interviene de forma episódica. La división social del trabajo impide que todos tengan tiempo para dedicar a la política y, en la democracia, la gente se confía de su propio poder y es egoísta. Los partidos abonan este proceso, porque con sólo darles un cheque en blanco, los ciudadanos hipócritamente creen haber participado. Así, los partidos adormecen el espíritu y, podríamos agregar, socavan la posibilidad de una verdadera representación.




Los partidos también reducen la posibilidad de influir en el poder del pueblo (denominada por el autor como capacidad de intimidación) volviéndola contra el propio pueblo, que pasa a obedecer al partido.
Las mayorías ejercen una presión moral sobre el individuo, amenazándolo y coaccionándolo, doblegando su voluntad. Los partidos refuerzan esta tendencia, porque institucionalizan el poder de la masa y le dan una dirección visible. Empleando otros términos, podríamos decir que los partidos se alienan y dejan de representar a sus votantes, para someterlos.

La opinión, entendida como el encuentro y la discusión entre ideas individuales, es el contrapeso al despotismo en las democracias. Al fijar la opinión, los partidos anulan la discusión, impiden la evolución de las ideas y el surgimiento de nuevos grupos políticos, ideal que se pierde cuando la democracia se formaliza y se le rinde un culto ritual y vacío, sin practicarla realmente. El formalismo político y los partidos, al excluir al individuo y la personalidad de la vida pública, reducen al hombre a cosa y dan origen a un gobierno mecánico, por lo tanto, no representativo, fenómeno bautizado por Ostrogorski como regularidad.


 Rogelio Naranjo


En adición a esto, los partidos encuadran a todos los sectores de la población para conquistar y explotar el poder, convirtiendo al medio –la organización– en fin, sacrificando cuanto hay de bueno en la democracia. Así, cabe la pregunta ¿significa esto que hay que renunciar a la organización de partidos políticos? Ostrogorski responde negativamente a esta pregunta. En sociedades cada vez más complejas es necesaria la cooperación, que precisa de la organización, que hace indispensables a los partidos. La solución a los problemas planteados se encuentra en eliminar en la práctica a los partidos rígidos y permanentes que agrupan a los ciudadanos en torno a colecciones de posturas en bloque (partidos omnibus, para todo) y dotarlos de un carácter temporal, formado especialmente para una reivindicación política determinada. Esto acabaría con los problemas de la regularidad, la corrupción y la tiranía de los ejércitos regulares organizados para la conquista del poder, despertando la conciencia de los ciudadanos al obligarlos a opinar sobre varios asuntos. La masa, dispersa así en más organizaciones, sería menos intimidante para el ciudadano individual y las opiniones se expresarían con mayor libertad. Los métodos de propaganda cambiarían, favoreciendo una verdadera educación política de las masas.




En el modelo propuesto, la unión (acuerdo de voluntades) sustituiría a la unidad (impuesta tiránicamente). La unión no se puede formar de una vez y para siempre, porque no existe una voluntad general eterna, sino que debe renovarse continuamente en nuevas combinaciones.

Ostrogorski refiere las reformas institucionales necesarias para que su modelo funcione: haría falta adoptar la representación proporcional; elecciones de dos vueltas; no intervención del Estado en la vida interna de los partidos; abolir el sistema de gabinete para introducir uno de responsabilidad individual de los ministros ante el parlamento, encabezado por un presidente del consejo reducido a mero administrador del gobierno[ii] y tal vez incorporar el referéndum como herramienta complementaria limitada a ciertos temas. 

El autor rechaza las críticas a su modelo, como que generaría confusión, división, irresponsabilidad e inestabilidad por la ausencia de una mayoría estable, alegando convincentemente que el parlamentarismo actual exhibe todos esos problemas, y que la libre asociación de voluntades e inteligencias no obstaculizada por el sectarismo fanático y las mezquindades de los partidos omnibus probablemente los remedie. Ostrogorski reconoce que para que el modelo pueda funcionar debe imponerse en “el alma del elector”: no puede decretarse. Es necesario que la libertad material (habeas corpus), ya conseguida por la democracia, se complemente con la de la voluntad, del alma (habeas animum) y genere sus propias instituciones y métodos afines. Pero este problema también es social, y no se resolverá hasta que se superen las divisiones clasistas de la sociedad y la desigualdad.[iii]

La crítica y las propuestas de Ostrogorski al problema de la representatividad en los partidos políticos sorprenden por su amplitud, su profundidad y su actualidad, sobre todo tomando en cuenta que fue un texto pionero sobre el tema, escrito hace casi cien años. Su modelo se nos presenta como una solución factible y bastante completa para el problema, pero requiere transformaciones profundas que parecen casi utópicas. Contrastarlo con la realidad mexicana es verdaderamente desalentador. Nuestro país parece la antítesis del modelo de Ostrogorski, y una expresión exacerbada de todos los defectos del formalismo que el autor percibió en su época: el Estado en manos de una minoría y vuelto contra el interés general, interviniendo en la vida interna de los partidos (cabe mencionar la última elección de la dirigencia del PRD y el caso de Clara Brugada); la misma ley obstaculiza seriamente la organización de nuevos partidos, favoreciendo a los rígidos y permanentes; partidos que responden muy poco a la opinión pública y sin el menor rastro democracia interna; una ciudadanía apática y pobremente informada; escasa influencia del pueblo en el poder (por ejemplo las movilizaciones tras la elección presidencial de 2006); gobernantes mediocres y charlatanes; nula discusión pública sobre asuntos de interés (cuando existe, como en el caso de la privatización de los recursos energéticos, carece de impacto); campañas mediáticas muy pobres, que no aportan a la educación política de las masas, y profundas desigualdades económicas entre el electorado.

No obstante, el autor es el primero en reconocer que aspirar a la realización absoluta de su modelo ideal es utópico, pero hay que avanzar en esa dirección. Su triunfo no es seguro ni inevitable, la crisis de la democracia se puede resolver también con su fracaso y destrucción. Pero, como concluye Ostrogorski:

…Aunque se demuestre que todos los esfuerzos realizados con este fin [la construcción de una verdadera democracia, basada en partidos realmente representativos]  están de antemano condenados al fracaso, aunque doblen las campanas por la democracia y todas las esperanzas que la humanidad ha depositado en ella, habría que actuar como si el triunfo final del gobierno democrático fuera una certeza matemática. La razón de esta conducta es sencilla: más vale morir luchando que vivir muriendo…[iv]


[i] Este problema se exacerba con el financiamiento público, fenómeno más reciente que Ostrogorski, en 1912, no presenció.
[ii] Ostrogorski se oponía a la división entre ejecutivo y legislativo.
[iii] A Ostrogorski le preocupaban la ignorancia del proletariado y el egoísmo de la buerguesía. Ver Moisei Ostrogorski, La democracia y los partidos políticos, Mínima Trotta,  Madrid, 2008, pp.137-138.
[iv] Ostrogorski, op.cit., p.142.
 

 

jueves, 16 de junio de 2011

Justin Bieber y Nobujuki Tsujii

                                                    
                                                        Alfonso Van Worden 


Con el paso del tiempo, la música clásica se ha alejado del gusto popular. Las causas de este fenómeno son múltiples y de distinta naturaleza. En este artículo, Alfonso Van Worden ofrece un acercamiento a la relación entre música clásica, música pop, y popularidad.
 

 
El pasado 19 de Mayo, el Westmoreland Times (un periódico regional de Virginia, Estados Unidos), publicó un artículo electrónico titulado: “Youth group meets with Justin Bieber and Nobuyuki Tsujii”. La noticia describe la reunión entre John V. Roos, el embajador de Estados Unidos en Japón, y un grupo de nueve jóvenes, todos provenientes de ciudades afectadas por el reciente terremoto y tsunami sufrido en Japón el pasado 11 de Marzo; en dicha reunión, el embajador aprovechó la ocasión para presentar a los nueve jóvenes afectados con el famoso cantante canadiense Justin Bieber, quien expresó su apoyo a Japón y que, por medio de la compañía disquera Universal Music, formó una asociación para apoyar la reconstrucción de las zonas afectadas.

El artículo describe que una vez finalizado el encuentro con el cantante canadiense, los jóvenes asistieron a un recital de piano privado, en el que su compatriota Nobujuki interpretó música para ellos; una vez hecha la mención de esto, el artículo electrónico cierra su edición citando las palabras del embajador:

. . . events like Justin Bieber’s visit to Japan not only lift the spirits of young people in Japan but are an important contribution to the message to the world that Japan is safe to visit and open for business. (. . . eventos como la visita de Justin Bieber a Japón, no solo levantan el espíritu de los jóvenes japoneses, sino que también son una importante contribución para esparcir en el mundo el mensaje de que Japón es un lugar seguro, se puede visitar, y está listo y abierto para los negocios).

Al terminar de leer el artículo, surge la pregunta ¿quién es Nobujuki Tsujii? No muchas personas saben que Nobujuki es un pianista japonés ciego que ganó la medalla de oro en el último concurso internacional de piano Van Cliburn, uno de los de mayor prestigio internacional con sede en Fort Worth, Texas. Su mención en el artículo abre otro tipo de cuestionamientos: ¿qué efecto tiene un evento como el recital de piano de Nobujuki Tsujii después de una visita del que parece ser el fenómeno musical de moda?, ¿qué mensaje esparce?, ¿en qué contribuye?, ¿por qué solo se menciona en una ocasión a lo largo del artículo? Las respuestas son simples: ninguno, ningún mensaje, no contribuye en nada, y solo se menciona en una ocasión porque no es necesario mencionarlo más veces. 




La frase “recital de piano privado” es evidencia de la actitud generalizada que la música clásica ha ido adquiriendo desde el siglo pasado, convirtiéndose más y más en un ritual cuyo interés por la sociedad contemporánea es completamente nulo. Nos guste o no, vivimos en una sociedad en la que Nobujuki Tsujii no puede hacer nada por Japón, y vivimos una realidad en la que las víctimas de un desastre necesitan esperar la salvación de Justin Bieber. Esto es un resultado natural de las actitudes de los intérpretes y compositores de la música clásica, quienes se mantienen al margen de todos los eventos que acontecen en el mundo contemporáneo, desinteresados por acercarse al público, y obsesionados por fomentar una actitud elitista y desconsiderada hacia un potencial mercado de consumidores. En este contexto ¿qué clase de impacto espera causar en el mundo de hoy la música clásica?

A pesar del gran esfuerzo de Nobujuki, los pre-screenings, las innumerables eliminatorias, las audiciones, y finalmente el reconocimiento durante la edición 2009 del concurso Van Cliburn, lo único que queda es el impacto que éste causa en un público minoritario; un público que responde a las actitudes de los intérpretes y constantemente observa con mirada agresiva a las personas que aplauden entre movimientos de obras extensas, que corrige la pronunciación de apellidos de compositores extranjeros, que no quiere sumar más piezas a su lista de obras consagradas, y que se ofende ante la curiosidad del público, que aquel que,  en un futuro, puede determinar la sobrevivencia de la música clásica y el olvido de Justin Bieber.



Supongo que el 99% de los lectores esperaba un ataque en dirección contraria. A fin de cuentas vivir en un mundo donde Justin Bieber tiene capacidad política es realmente escalofriante, pero si los ataques al mundo de la música clásica no provienen del mismo entorno, nadie más los hará…eso queda claro. Sin embargo, es posible una visión optimista del mundo: no todo está perdido, aún tenemos hasta el 2012 para restablecer  el contacto con el público, aunque no será una tarea sencilla; a pesar de que los extremismos estén de moda en el arte, recordemos que el darle concesiones al público no significa abaratar la música.