viernes, 15 de junio de 2012

Emplazamientos y desplazamientos

Entrevista con Luis Felipe Ortega

Karina Ruiz Ojeda


Es difícil dar una descripción general de la obra del artista visual Luis Felipe Ortega (México D.F., 1966). La lectura de su trabajo, propone, se puede hacer a partir de emplazamientos y desplazamientos. Distintas ubicaciones y referencias han marcado su trabajo. Sus intereses han abarcado desde la literatura y la filosofía, hasta la exploración del cuerpo y el espacio. De formación autodidacta, su obra transita entre distintos lenguajes, tales como escultura, instalación, fotografía y dibujo. De todos ellos, el video siempre ha sido un soporte permanente.

Durante su presencia en Oaxaca como asesor en el diplomado en Artes Visuales que ofrece el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), conversamos con él acerca de su oficio, de los hallazgos en sus exploraciones de diversos medios, de artistas de su generación y del arte en Oaxaca, entre otros temas.


Karina Ruiz Ojeda: estudiaste en la Facultad de Filosofía y Letras, ¿en qué momento decides cambiar el rumbo hacia las artes visuales?

Luis Felipe Ortega: aunque estuve en la Facultad de Filosofía y Letras, de alguna manera siempre estuve cerca, a un nivel teórico-histórico, de la Estética y de la Historia del Arte. Por otro lado, decidí ir por un camino de la filosofía que es muy duro, el camino de la Epistemología. Combiné esto con una gran obsesión por la literatura. Me dediqué mucho tiempo a escribir profesionalmente y paralelamente empecé a desarrollar una serie de investigaciones visuales, sobre todo a nivel fotográfico y de video.

Todo se fue tejiendo casi al mismo tiempo, aunque toda esa parte autodidacta dentro de las artes visuales fue mucho más lenta, porque fue un camino que fui sondeando de manera muy personal, de manera compartida con mi generación. La decisión también fue porque encontraba un hermetismo muy duro en el ámbito de la filosofía. Sentí que el campo de las artes visuales me permitía una gran posibilidad de exploración y mayor libertad.


Los inicios

Ortega comenzó a hacerse preguntas más precisas sobre la estética contemporánea, campo que ya estudiaba desde la teoría. A principios de los noventas comenzó su exploración artística. En 1993 participó en la formación de Temístocles 44, al lado de Daniel Guzmán y otros artistas. “Era nuestro laboratorio, nuestro lugar de malformación”.  Este espacio marcó la diferencia con el boom de la pintura, que caracterizaba a México en el ámbito del arte hasta finales de los ochentas. Trabajaban en un campo abierto donde podían presentar “lo que les viniera en gana”; no había galerías y los museos presentaban siempre lo mismo.


En Temístocles 44, Ortega presentó Seis palabras a la pared (1993), una de sus primeras piezas, en ésta hacía referencia a Seis propuestas para el nuevo milenio, de Italo Calvino. “No me interesaba demostrar ninguna habilidad a nivel manual, o que era algún tipo de virtuoso, lo que mejor podía hacer era jalar esos referentes y llevarlos a otro tipo de emplazamientos”, comenta.

En el video Remake (1994), junto con Daniel Guzmán, rehace piezas clave del arte contemporáneo, a las que tenían nulo o poco acceso, debido a la limitación de información durante los noventas.

KRO: ¿Cómo se relaciona tu trabajo con el de Daniel Guzmán?

LFO: mi encuentro con Daniel Guzmán fue a partir de que yo estaba trabajando con video, comenzamos esta larga historia de colaboración en 1991. Remake fue como una conclusión que compartimos en relación con nuestra situación como artistas en México y el interés o vínculo que tenemos con artistas extranjeros, de quienes nunca habíamos podido ver sus piezas. Fue un acto cínico, lúdico, que se convirtió en una especie de statement, de decir “esto es lo que nos interesa”, aunque había todas esas limitaciones de información. Eran contextos artísticos lejanos, física y conceptualmente, a lo que estaba pasando en México.


Creo que hemos compartido muchos procesos, por otro lado yo siento no solamente admiración, sino gran respeto por el potencial dibujístico de Daniel. Lo que yo he estado explorando en los últimos años es un dibujo muy geométrico, que tiene que ver con la exploración de los propios materiales, como el grafito, de una manera más conceptual. Daniel tiene una larga trayectoria, no solo de explorar el dibujo, sino hacerlo de manera muy crítica y autocrítica respecto a los patrones de nuestro tiempo.

KRO: hablando de artistas de tu generación, ¿con quiénes te sientes identificado?

LFO: con muy pocos. Con Daniel Guzmán, evidentemente, y con Abraham Cruzvillegas. Con ambos tengo una manera muy distinta de trabajar, sin embargo creo que compartimos experiencias y contextos que nos han acercado muchísimo. Me interesa el trabajo de Pablo Vargas Lugo, es un artista muy interesante de mi generación. Creo que tenemos muy poco en común, pero me interesa observar cómo ha sido muy riguroso en sus procesos. No sabría si ponerlo dentro de mi generación, pero me interesa todo el trabajo de Rafael Ortega en relación con el video, hemos compartido problemáticas muy específicas, me hace creer que es alguien que ha aportado muchísimo a este medio en nuestro país.


Nuevos rumbos

A mediados de los noventas, Ortega empezó a cambiar su campo referencial, volvió a autores como Michel Foucault. En 1995 retoma de él la idea de “cuerpos dóciles”, y con base en esta realiza intervenciones en la ciudad de México. Le interesaba cambiar de manera temporal el uso de ciertos espacios públicos y emplazar su cuerpo a estos lugares, generar cierta tensión, una “fuerza estúpida” que jamás iba a lograr mover cosas como macetones de concreto. Estas piezas, como cuenta Ortega, cierran una etapa de trabajo con el cuerpo.


A partir de 2002, se acerca más a los problemas intrínsecos al video, como sus posibilidades narrativas, también comienza a explorar el dibujo y la escultura. La línea de sombra (2004), es un video en el que se encuentran elementos fundamentales en su obra: el silencio, el vacío, no tener un protagonista y tratar de construir un evento abstracto e inaprensible. Esta pieza cambió su manera de trabajar. En su realización, pierde los referentes literarios o filosóficos, y le interesa cada vez más la posibilidad de rehacer sus experiencias a través de un medio como el video.

KRO: ¿Por qué elegiste específicamente la fotografía y el video como los medios principales para desarrollarte como artista?

LFO: creo que eran recursos que estaban muy a la mano. Fue un gran hallazgo tener una herramienta que yo podía cargar en mi mochila, salir a caminar y de pronto encontrar cosas. Nunca intenté hacer pintura u otros medios.

Cuando ya había estado trabajando algunos años con fotografía y con video, de pronto empecé a apropiarme de ciertos materiales, pero siempre con trabajos in situ, no pasaban por el taller, siempre iban directamente a un lugar de exposición. Hasta entonces me di cuenta que tenía que contemplar más seriamente el contenedor de la obra. Después de 15 años de trabajar tuve un estudio. Ahora trabajo mucho con dibujo, con escultura. Mi estudio se ha vuelto un lugar de experimentación matérica.


KRO: ¿A dónde has llegado con esta búsqueda, con esta exploración de medios (fotografía, video, dibujo, escultura), qué resultados te ha dado como artista?

LFO: me ha permitido acceder a espacios complejos donde se pueden probar cierto tipo de propuestas. El año pasado tuve una exposición individual en el Laboratorio Arte Alameda, es un lugar complejo. Abordarlo no es nada sencillo, por las características del sitio. Era una vieja iglesia que tiene escalas muy complicadas de resolver a nivel espacial, yo trabajo básicamente con el espacio.

Para mi, una pieza se va resolviendo en distintos momentos; muchos de los videos que presenté ahí fueron procesos largos de producción, de filmación, de postproducción, y luego el emplazamiento de la pieza en un lugar específico. No solamente es una cuestión técnica de una buena proyección y buena escala, sino más objetual.

En octubre del año pasado estuve en Bruselas e hice una pieza en un lugar a donde el público no tenía acceso. Resolvimos la pieza con un circuito cerrado. Hay piezas que empiezan a tener su vida propia, y eso es muy interesante, como Remake, que es una pieza que se exhibe muy constantemente y que ha encontrado diferentes contextos.

KRO: ¿Hay otros lenguajes o medios que te gustaría explorar?

LFO: últimamente he estado colaborando mucho con un artista sonoro de Guadalajara, Israel Martínez. En principio hicimos tres piezas, donde él hizo la propuesta sonora, luego hicimos otra pieza sonora en colaboración, para mi fue toda una nueva experiencia. Ahorita estoy planeando una pieza que va a ser un híbrido entre una pieza matérica, a partir de un piano, y una colaboración con el compositor Antonio Fernández.


De su experiencia en la docencia, y en Oaxaca

LFO: estuve diez años dando clases en La Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, he dado clases en muchos lugares y en muchos estados. La Academia me interesa muchísimo, me parece un lugar de replanteamientos constantes, un lugar de especulación intelectual donde puedo jugar a tomar ideas y ver qué les interesa a los artistas jóvenes, pero cada vez me interesa más en un sentido de producción.

Creo que hay que compartir ciertas experiencias, hay que compartir cierta información que uno tiene, pero sobre todo concretar en un trabajo de producción, y eso es lo que estamos haciendo ahora en CaSa. Va a ser un trabajo de seis meses, yo propuse a otros cuatro artistas para trabajar: Richard Moszka, Guillermo Santamarina, Laureana Toledo y una curadora, Paola Santoscoy. Queremos ir a la problematización de los procesos y a los resultados, en términos de producción. Ya hay planteamientos claros y el trabajo es desarrollarlos. Ahí mi aportación va a ser en términos de compartir experiencias e intentar  que ellos lleven la producción lo más lejos posible, y que sean capaces de cambiar sus modos de hacer.

KRO: en este sentido, ¿qué opinión te merece el arte contemporáneo de Oaxaca en comparación con el resto del país?

LFO: es un poco arriesgado decirlo porque conozco poco el contexto de Oaxaca, pero me parece que hay una posición paradójica; es un estado que tiene una riquísima producción y trayectoria, que casi me atrevería a decir que esto lo lleva naturalmente a posiciones cómodas.

Por otro lado, creo que hay un buen nivel de información y una buena posición respecto a lo que se está haciendo en otros estados y en la Ciudad de México. Algo importante es que hay varios jóvenes que se formaron en el DF, o que vienen de otro tipo de experiencias y que enriquecen el contexto. Yo creo que hay todo lo necesario para que Oaxaca entre en un diálogo directo con lo que está pasando en otros lugares; Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Culiacán, que se ha vuelto un lugar muy importante. Creo que se tiene que extender ese diálogo y discusión a partir de la producción.


El arte como extensión de experiencias

Sobre su exposición en Bruselas, el año pasado, comenta: “me interesa la fragilidad de mis piezas, que todo esté a punto de desplomarse y que la pieza se vaya al diablo”, haciendo referencia a la “actitud viva” que, considera, tienen algunas piezas.
Cuando le pregunto qué le interesa decir como artista, responde “estoy tratando de extender algunas experiencias y algunas ideas a través de los medios del arte contemporáneo.” Para Ortega, el arte no se debe entender en términos de expresividad, de lo que alguien quiere “decir o expresar”, sino “como un campo que genera experiencias y también como un campo donde se pueden verter cierto tipo de experiencias.”


Reflexión por un México sin violencia

Emiliana Rodríguez


En un polo la violencia es muerte, golpes, acoso, amenazas, extorsión. Es una herida sangrante, una soga al cuello, un grito desgarrado de terror.

En otro polo, dice Bernard Charlot, la violencia son las incivilidades, los ataques cotidianos al derecho que cada uno tiene de ser respetado. Si bien la primera es la más evidente, y  la más angustiante, las incivilidades son como un reguero de pólvora, que se cuela bajo el quicio de la puerta, nos amenaza en la intimidad.

La violencia, dijo Pierre Bourdieu también es simbólica, “violencia suave, invisible, ignorada como tal, elegida tanto como sufrida... [y que] se impone como el modo de dominación más económico...”. La imponen instituciones diversas que instrumentalizan sus estrategias de poder con prácticas de sujeción, usando símbolos de autoridad. Sin darnos cuenta los ciudadanos las adoptamos, las replicamos en nuestro hogar y la dejamos habitar nuestros corazones.

La voz de la no violencia se debe alzar en contra de todos sus rostros.

A veces me escucho y escucho ecos confusos, hablando de paz al grito de guerra,  exigiendo igualdad señalando y desprestigiando no sólo acciones, posturas, ideas, sino a compañeros, a seres humanos.

Gandhi hizo un llamado de atención a esta actitud, que va en contra completamente de la filosofía de la no violencia:

“Así como un hecho positivo debe generar aprobación, y un acto perverso desaprobación, el actor de esa acción, buena o mala, siempre merece respeto o compasión según sea el caso. ‘Odia el pecado y no al pecador’... Es muy adecuado rebelarse y atacar el sistema, pero rebelarse y atacar a su autor es casi equivalente a rebelarse y atacarse a uno mismo”.

Al ser presas de la violencia, parece razonable sentir enojo. A veces se dice que “el enojo aparece con el disfraz de un amigo”. Viene acompañado de la sensación de ver las cosas con claridad. Nos da fuerza y energía para asumir una postura. Sin embargo, en este punto la agresión ya ha entrado en nuestro corazón, y la claridad es ilusoria pues sigue una lógica estrecha que se enfoca únicamente en lo erróneo, lo perverso y lo maligno del otro. Se caracteriza por el rechazo y la aversión. En palabras de Dzigar Kongtrul: “Esta lógica sólo nos ciega, y somos golpeados fuertemente con nuestro propio miedo y agresión. ¿Qué bienestar nos trae esto incluso si ganamos?... El miedo y la paranoia acompañan a la agresión, porque cuando hemos marcado una separación entre nosotros y otros, hemos, en efecto, creado enemigos. Esta es una forma de violencia”.

Audre Lourde en su ensayo “Ojo por ojo: mujeres negras, odio y enojo” dice al respecto: “El enojo, como la culpa, es una forma incompleta del conocimiento humano. Es más útil que el odio, pero aún es limitado. El enojo es útil para ayudarnos a clarificar nuestras diferencias, pero a largo plazo, la fuerza que es extraída únicamente del enojo es una fuerza ciega que no puede crear el futuro. Sólo puede demoler el pasado. Esta fuerza no se enfoca en lo que yace adelante, sino en lo que yace detrás, sobre lo que la creó- el odio. Y el odio es un deseo de muerte hacia el odiado, no un deseo de vida para nada más.”

La violencia para ser derrotada, debe de atacarse en todos los niveles, debe ser desbancada de nuestras calles, de nuestras escuelas, de nuestros hogares, pero sobre todo de nuestras mentes y corazones.

Esta tarea demanda gran disciplina. Gandhi advirtió al respecto: “Obtener el estado mental de la no violencia requiere un extenuante entrenamiento... a menos de que exista una sincera cooperación de la mente, su mera observancia externa  será tan sólo una máscara, dañina para uno mismo y para otros. El estado perfecto es alcanzado sólo cuando la mente, el cuerpo y el habla se coordinan apropiadamente. Esto es siempre fuente de una intensa lucha en la mente... ”

Si bien es difícil, ésta es la batalla más importante de librar. Mientras sigamos la lógica incompleta de crear barreras, distanciarnos como personas, pensar únicamente en “yo” y “lo mío”, ningún sistema social ni político podrá traernos la paz, la igualdad y el bienestar que anhelamos. Siempre será sujeto de corrupción.

Mientras que si logramos abrazar los principios de la no violencia auténticamente, cualquier sistema evolucionará a uno en que podamos realmente cultivar nuestro beneficio genuino y el de los demás.

La no violencia, dice Dzigar Kongtrul “no cae en los extremos de agresión o pasividad. La no violencia es el camino del involucramiento total”.
Dzigar Kongtrul continúa: “Los grandes practicantes de la no violencia, nunca han desviado su mirada o huido de su propio sufrimiento, ni del de otros. Conociendo las fallas de la agresión, han sido capaces de responder con sabiduría y con una mente abierta”.

Debemos de responder con la sabiduría y con la apertura que nos permita levantarnos contra sistemas, contra acciones dañinas, pero jamás con violencia hacia otros. De nueva vez con las palabras de Gandhi: “Debo decir que mientras  no aceptemos el principio de amar a nuestro enemigo, cualquier charla sobre hermandad es un vacío insustancial”.

Por esta razón, como el Che Guevara declaró: “Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.

Nuestra sociedad necesita una revolución. Y la única manera de obtener el triunfo definitivo es empezando con una revolución interior. Una en que cada individuo se comprometa con su causa y luche genuinamente contra el verdadero enemigo que es la violencia que anida dentro de nosotros. Una revolución cuyo motor no es el odio ni el resentimiento, sino una profunda convicción de que nuestro genuino bienestar sólo es posible si se fundamenta en el amor.

"Un ser humano es parte de un todo al que llamamos ‘universo’, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones, como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de compasión de modo que abarquen
a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su esplendor".
Albert Einstein

viernes, 1 de junio de 2012

Algo sobre las redes (anti)sociales


Ana Fuente


El uso de las arrobas y el gerundio ha adquirido una relevancia que nunca pensamos otorgarle. La primera servía, en el origen, para señalar un dominio en una dirección de correo electrónico, mientras que el segundo era una forma verbal sumamente despreciada por los que sabían escribir. No significaban nada en absoluto.

Hoy, la arroba se ha convertido en una especie de tachuela en el mapa. Ha surgido en nosotros, por alguna extraña razón, la necesidad de decirle al mundo exactamente dónde estamos. El mundo de antaño no sentía el menor interés por saber dónde nos encontrábamos, del mismo modo que la humanidad podía, afortunadamente, pasearse en el más profundo anonimato. Ahora, cada locación tiene una implicación que deseamos comunicar: @elsuper (soy independiente y sé cocinar), @elgym (tengo un físico escultural), @elrestaurantedemoda (vivo la cúspide del buen gusto), @ciudadeuropea (tengo dinero), @parajeexótico (soy interesante), @elhospital (no quiero decir que estoy mal, pero por favor pregúnteme qué tengo)… y un sinfín de sitios cuyo subtexto debe ser interpretado en función del más común de los lugares. 

Queremos que nuestros “amigos” sepan dónde estamos. Dolorosamente, el siglo XXI nos permite entrecomillar la amistad, porque nuestros llamados “amigos” en internet son, en su mayoría, lejanos conocidos, cuando somos afortunados. Mi perfil de Facebook dice que tengo 974 amigos. Con toda franqueza, puedo decir que a mis amigos los cuento con los dedos (probablemente sólo necesito una mano), y que puedo hacer una lista de conocidos, pero dudo mucho que en dicha lista haya casi mil personas. Sorprendentemente, la mayoría de las veces hago una revisión rigurosa de la persona para estar convencida de que la conozco, y sin embargo hay “amigos” que en este momento no sé de dónde me inventé. Peor aún, cuando uno sí conoce a una persona pero no la recuerda (o no la identifica porque el susodicho decidió que su nombre artístico fuera Pedro RZTS) y decide no aceptar la famosa “solicitud de amistad” (¿de cuándo a acá se le solicita a alguien ser su amigo?), uno se convierte, automáticamente, en persona non grata, no sólo por el dichoso Pedro, sino por los conocidos en común, a quienes dirá lo desagradables que somos porque rechazamos (Facebook prefiere el eufemismo “ignoramos”) la solicitud. 

De tal manera, no sólo nuestros amigos y conocidos saben exactamente dónde nos encontramos (y muchas veces con quién, gracias a las famosas etiquetas), sino también los amigos de los amigos, los conocidos de los amigos y los conocidos de los conocidos, es decir, personas con quienes tenemos un nexo tan delgado que es casi imperceptible.

El gerundio, por otra parte, es empleado para dar a conocer qué actividad estamos realizando en el instante de la escritura: Leyendo, estudiando, haciendo tarea, viendo una película, yendo al cine, comiendo… Hemos creado una necesidad completamente artificial de anunciar el sitio, la ocupación y la compañía en la que nos encontramos. Triste es, más aun, que ni siquiera haga falta una computadora, ni una red inalámbrica de internet para poder existir en el ciberespacio. Lo único que se requiere es un dispositivo móvil con red integrada, lo cual nos permite estar 24 horas al día los 365 días del año comunicados con otros.

¿Por qué me importa la vida de gente que dejé de ver hace más de una década? ¿No es obvio que dicha persona no es, ni remotamente, indispensable? ¿Por qué me interesa ver las actividades de otros en lugar de realizar las propias? ¿En nombre de qué sacrificamos nuestra intimidad?

No sin vergüenza confieso que me he descubierto consultando las redes sociales en mi teléfono mientras me encuentro en una reunión rodeada de amigos y familiares. Visto en perspectiva, no puedo dar un argumento ni una razón para dejar de convivir con la gente que elegí en pos de una pseudoconvivencia con gente a la que apenas recuerdo, gente que probablemente ni siquiera me salude en la calle aunque ambos sepamos, en silencio, que somos “amigos”.

El contacto cibernético nos ha alejado de quienes físicamente están cerca de nosotros, de aquellos cuya compañía elegimos conscientemente, para acercarnos a quienes por una u otra razón perdimos en el camino. Aquellos que vivimos lejos de nuestras familias no nos comunicamos con nuestros seres queridos vía redes sociales, tenemos muy claro que la forma óptima es el teléfono y, si acaso, el correo electrónico. ¿Por qué entonces perdemos el tiempo enterándonos de chismes y chistes estúpidos en las redes en detrimento de nuestra convivencia real? 

No es sino una forma de evasión. Nos alejamos de nosotros mismos, apagamos el cerebro y encendemos el acumulador de estupidez. Nos encontramos cara a cara con la tentación de nuestro pasado, con saber si nuestro exmarido tiene o no una mujer más interesante que nosotras, con saber si nuestra exmujer tiene o no un marido con más y mejores cosas; cuando rascamos en lo más profundo del baúl de los recuerdos, podemos ponerle fotografías, afirmaciones e información que, más allá de permitirnos volver a cerrarlo, nos conduce a idealizar algo que por una u otra razón llegó a su fin. Satisfacemos de la manera más malsana curiosidades a las cuales pudimos nunca habernos enfrentado pero están ahí, en nuestra pantalla de inicio, a pesar de nosotros. Nos enteramos de pasados que no queríamos conocer, permitimos que la duda se siembre y provenga de sitios que nunca imaginamos (¿Quién es? ¿Por qué le escribió eso? ¿Por qué le escribió así? ¿De dónde salió esa foto? ¿A qué se refieren esos puntos suspensivos? ¿Por qué consulta su perfil?); nos entrometemos no sólo en la medida en que nos lo permite el usuario, sino en la medida en que los “amigos” de ese usuario nos lo permiten al subir fotografías, comentarios y otras curiosidades sobre la gente.

Las redes sociales enajenan y nos alejan de la realidad. Las personas en la realidad no son las mismas que en la pantalla: Ellas son más bonitas, ellos son más guapos, ellas son más altas y tienen cuerpos esculturales (¡Ah! ¡Las bendiciones del photoshop y la perspectiva!), ellos tienen más dinero y mejores coches. Buscamos en el ciberespacio la aprobación que no nos arriesgamos a solicitar en la vida real. Las mujeres se toman fotografías sugerentes y provocativas para despertar las pasiones que necesitan para sentirse hermosas; fotografías en traje de baño, fotografías en lencería, fotografías desnudas. Todo aquello que ocultan en el día a día puede ser encontrado en internet con la finalidad de convertirse en objetos públicos de deseo: En Facebook todas podemos ser la playmate del mes.

¿En qué momento creamos la artificial necesidad de convertirnos en otra cosa? ¿Por qué ya no podemos asumir ese riesgo en la vida real y tenemos que ocultarnos tras una pantalla? ¿Qué vida vivimos con mayor frecuencia?

Estamos comunicados en la red permanentemente. Los teléfonos inteligentes nos han llenado de vacío al zambullirnos en un mundo artificial, manipulable (ni siquiera sabemos por quiénes) y profundamente manipulador. Pasamos las horas del día consultando el teléfono para ver qué hace la gente que probablemente nunca nos llamaría, recibimos mensajes de texto, consultamos Twitter, navegamos en Facebook, y, mientras tanto, la persona que se encuentra justo frente a nosotros, quien puede vernos, escucharnos y conocernos como verdaderamente somos, debe esperar a que terminemos algo que a todas luces no es tan importante como queremos hacer creer. La convivencia humana como la conocíamos ha empezado a desaparecer: Si no tienes Facebook, no tienes face, dicen las nuevas generaciones. Nuestra existencia se ha reducido a la creación de un perfil con una fotografía en la que somos quienes nos gustaría ser, donde ponemos lo que nos gustaría que la gente supiera de nosotros. Somos un producto que nosotros mismos inventamos y pusimos a la venta para generar “amigos”, para incrementar nuestro índice de popularidad, para estar presentes en la vida de personas que están presentes en la nuestra de la más artificial de las maneras: a través de una pantalla.

Es posible defender a las redes sociales, sin duda. De no ser por ellas, el movimiento estudiantil #YoSoy132, por ejemplo, no hubiera logrado la misma convocatoria en vista del evidente silencio de los medios de comunicación para sabotearlo, ni tendríamos acceso a toda la información que proporciona, aún hoy, Wikileaks. Internet es una plataforma magnífica para evitar la censura, para dar a conocer las voces de quienes de otra manera no tendrían forma de publicar, para crear movimientos que se opongan al sistema puesto que no están regidos por él; las cibercomunidades han demostrado estar por encima del control gubernamental al grado de tener más peso que la prensa misma. 
  

Ojalá el uso de las redes sociales se orientara a eso, ojalá los usuarios lo orientáramos así. Ojalá funcionaran en primera instancia como una vía para criticar y modificar un sistema que se alimenta de homogeneizar a la población, de hacer individuos estáticos y fatuos, ávidos de aprobación en forma de likes recibidos.

Armas de doble filo que oscilan entre la libertad y la enajenación, las redes sociales nos devoran a pasos agigantados. De nosotros depende utilizarlas como herramientas para una sociedad que privilegie la idea de comunidad por encima del individuo solitario cuyo tacto se reduce únicamente a la impersonalidad del teclado. 



Tour profesional de ilustración: México-Bogotá


Abril Castillo


Es usual la comparación de las profesiones creativas con el juego. Baste ver el quehacer de artistas-diseñadores-ilustradores como Isidro Ferrer, invitado del congreso de ilustración fig.02, para comprobarlo. Así, hay que tomar ese juego cotidiano con la seriedad de un niño, como describe Cortázar, y disfrutar de todos los eventos culturales, que no son otra cosa que la hora del recreo que, igual que tantos momentos ansiados, terminan por volverse una tradición.


            Muchos ilustradores esperan, como quien espera la navidad, la Feria del Libro de Bolonia, la Bienal de Bratislava; en México la FILIJ y, desde hace dos años, Filustra (congreso de la FIL organizado por la agencia de ilustradores Pencil). Y ahora en Bogotá, acaba de celebrarse el segundo año del congreso internacional de ilustración fig.02, organizado por {img.}proyectos.

En su primera emisión, los organizadores (José Rosero, Diana Arias y Jorge Restrepo) consiguieron gestionar la participación de invitados de toda Iberoamérica. El fig.01 contó con invitados de la talla de Alfonso Ruano (Esp), Alejandro Magallanes (Mx), Manuel Monroy (Mx), Jairo Buitrago (Col), Rafael Yockteng (Col), Gerald Espinoza (Ven), Marta Vicente (Arg), Diego Bianki (Arg) y Luis Scafatti (Arg). Este último impartió un taller, organizado por Tinto&Tinta (hoy Casa Tinta), dirigido a estudiantes y profesionales de la ilustración. 


Pero este año se volaron la barda no sólo al traer a Isidro Ferrer (Esp) (cuyo taller prácticamente me hizo viajar a Colombia), Wesley Burt (EU), joven de increíble talento de concept art; Alberto Montt (Ch), famoso por sus dosis diarias, Gabriel Pacheco (Mx), Cecilia Rébora (Mx), Valeria Gallo (Mx), Amadeo González (Pr), que no sólo hace unos fanzines con mucho corazón, sino que tiene su propio grupo de rock; y Kestutis Kasparavitius (Lt), ilustrador lituano que hizo una jirafa de unos seis metros de largo, con un grupo de niños que se empeñaba en pintar afuera del papel. 


El congreso duró tres días, y para asistir era necesario inscribirse y cubrir una cuota. Hubo cerca de doscientos asistentes, entre estudiantes, maestros, editores, ilustradores e interesados en este arte y profesión. Para el cierre, de entrada libre, se contó con la presencia de proyectos que vale la pena destacar, como la revista Caldo de Cultivo, de España, y la Editorial Robot, de Colombia, dirigida esta última por el increíble Trucha Frita.


El país invitado de la Feria internacional del Libro de Bogotá (FILB) fue Brasil, y en su pabellón había libros que suele ser raro encontrar en México, y otros que por suerte la distribuidora mexicana Libros para Soñar trae bastante, como los de la editorial Callis (y varios ilustrados por la mexicana Cecilia Rébora). Algo memorable fue conocer a Roger Mello, ilustrador brasileño cuyo trabajo deja sin aliento, y tiene una decena de libros publicados, de los cuales tristemente ninguno se consigue en México.


En el recibidor de la Sala Leon de Greiff, en la cual tuvo lugar el congreso, se montó la exposición “La impredecible gráfica brasileña”, con trabajos de artistas jóvenes de dicho país. Asimismo, se podía encontrar una muestra de México, en un muro de la misma sala, donde se colocó una selección del XXI Catálogo de Ilustradores de Conaculta, y en el exterior de la entrada y en dirección al pabellón de libros infantiles y juveniles, la exposición del Segundo Catálogo Iberoamericano de Ilustración, organizado por Fundación SM, El Ilustradero y la FIL de Guadalajara.


Además, en el marco del congreso,  se generó y publicó la Memoria del fig.01, con textos de Alfonso Ruano, Juan Martínez Moro y Jairo Buitrago, entre otros. Lo que sí se extrañó (mucho) fueron las fotos e ilustraciones, el lector no deja de sentir un profundo desasosiego al abrir la memoria de un congreso de ilustración y ver imágenes sólo construidas por las palabras. Esperemos que la memoria de este año sea despampanante.

La novel Casa Tinta tomó la decisión de que este año se impartieran cinco talleres simultáneos, lo que posicionó el proyecto con una gran entrada en escena (luego de dejar de ser Tinto&Tinta), pero también causó que, como en las fiestas que reciben a demasiados invitados, los anfitriones no pudieran gozar de los talleres, como sí ocurrió el año pasado. Gajes del oficio.

Todos los talleres se llenaron, y fue un gran acierto que cada uno estuviera dirigido a diferentes públicos. Wesley Burt y el concept art, Gabriel Pacheco y la construcción de un discurso bien conceptualizado a través de la ilustración, Kestutis Kasparavitius en el mencionado taller dirigido a niños de la jirafa gigante, y el taquillero Isidro Ferrer que tuvo que prolongar su estancia y dar dos talleres. 


Pero luego del congreso no es que los ilustradores se duerman y vuelvan abajo de sus piedras. Para enriquecer y darle seguimiento a la profesionalización a lo largo del año, en Bogotá está la propuesta de educación continua con talleres organizados y gestionados por Casa Tinta. O bien esas maravillosas librerías independientes como Casa Tomada, que a veces se extraña que en México no haya más. En Medellín desde el año pasado está el proyecto Averyoveo, que da talleres para niños y profesionales.

Lo cierto es que en nuestro país, la UNAM en la Academia de San Carlos y la Casa Universitaria del Libro, ofrece cursos, talleres y diplomados. Así como la Galería Vértigo que a lo largo del año trae a numerosos artistas internacionales y, junto con otros tantos nacionales, genera una cartelera de talleres de profesionalización que vale la pena seguir. Por su parte, el Centro Cultural deEspaña en México, Conaculta y distintas universidades, generan en sedes variadas (Oaxaca, Xalapa) el Circuito Académico de primavera y de otoño, para dar continuidad a la profesionalización.

La FILIJ además, organiza concursos, como el de cartel invitemos a leer, el de ilustradores, el de cuento, y desde el año pasado, el de libro ilustrado (publicado e inédito). El Ilustradero, por su parte, organiza junto con Fundación SM, el Catálogo Iberoamericano de Ilustración que desde este año es gratuito y la inscripción en línea. Y con el proyecto Iberoamérica ilustra, se han generado a partir del catálogo y su itinerancia iberoamericana, talleres para niños y profesionales, para mantener así viva la especialización.

El próximo año Bogotá promete mucho, pues no sólo tendrá lugar el fig.03, sino que Fundación SM prepara por segunda vez, el trianual Congreso Internacional de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (Cilelij), así que los interesados, vayan preparando motores. En México será una lástima que este año no se celebre Filustra en la FIL de Guadalajara, si bien ya tiene varias sorpresas preparadas para los ilustradores; aun así, vale mucho la pena ir. Ya veremos qué invitados apantallantes trae la Filij, que cada vez refuerza más el papel del ilustrador en esta feria en principio dedicada a los niños, pero en seguida sede también de profesionales de la ilustración.

Este juego es nuestra profesión y, como tal, la capacidad de crecimiento como profesionales se enriquece con el intercambio, y genera la sensación de estar viviendo una suerte de sueño bolivariano.

Entrada al congreso
Expo Catlber
Taller Kestutis

Más que una pasión, un sentimiento


Ainhoa Vásquez Mejías


Afuera hacía frío pero yo tenía calor. La misma cerveza y las mismas papas fritas de siempre en nuestro ya mítico “Baquedano”. La Carmina, Diego, Álvaro y yo esperábamos la definición a penales, esperanzados, casi sin hablarnos, compartiendo la adrenalina y la esperanza de todos los que estábamos en el bar. Miradas de soslayo y sonrisas leves a los desconocidos que de pronto no eran tan ajenos.

Con cada gol un estallido de alegría, el grito, la emoción, en contraste a los rostros sombríos y concentrados con cada tanto del adversario. Un gol frustrado, nuestra alegría. El gol final y nuestras gargantas rotas. Brindamos con todos, nos abrazamos con todos. Las mesas de al lado, de atrás y de adelante de pronto de transformaron en una sola. Bailamos con los meseros, seguimos gritando un poco más, cantamos las consignas, volvimos a tirar la cerveza al suelo con cada vaso que chocamos con los otros.

Afuera hacía frío pero no importaba. Las bocinas de los autos se sumaban a la alegría compartida. Salimos a la calle, un poco mojada por la incipiente lluvia. Nos unimos a la celebración con todos los que empezaban a llegar desde diferentes lugares de Santiago. Bombos, carteles, camisetas, serpentinas, challas y cajas de vino circulaban de mano en mano, la alegría se enredaba en nuestros abrigos, reíamos por cualquier razón.

Volví a tener diez años. Los colores del carnaval pasaron otra vez delante de mí. Creo que fue entonces que empecé a comprender el fútbol. Brasil acababa de ganar la Copa del mundo 1994 y, por esas casualidades de la vida, yo estaba ahí. Era parte de la fiesta, una más en el baile y las canciones. Tal vez estaba lloviendo, pero no importaba. Los hombres y las mujeres más bellas llegaban a las calles con muy poca ropa y me tomaban la mano para enseñarme cómo moverme al ritmo de su música. Ninguno me preguntó de dónde era, por unas horas yo simplemente fui una más de ellos.

Intenté contarle a Álvaro todo lo que estaba recordando. Le grité entre la gente eufórica que seguía cantando como si aún alentara a nuestro equipo en el estadio, pero el ruido hacía imposible la comunicación verbal. Entonces un desconocido me tomó de los hombros instándome a saltar con él y entendí que la única comunicación viable en ese momento era la del cuerpo. Álvaro y yo nos perdimos en la masa que entre todos habían creado. Una amalgama de cuerpos sudorosos viviendo y sintiendo al unísono, sin necesidad de palabras. Sólo permanecieron las muestras de aliento al club en un coro catártico y desafinado que de pronto nos unía a todos.

Y fue entonces que el frío dio paso al calor artificial. Los que estaban a nuestro lado nos abrazaron sin dejar de cantar. Alguien nos ofreció cerveza de su botella. Esas personas, a las que nunca habíamos visto, se transformaron de pronto en nuestros amigos del alma. No nos conocíamos pero ya nos queríamos sin razones ni motivos. No sabíamos sus nombres, y quizás nunca los supiéramos, pero no hacía falta un apelativo para llamarnos y encontrarnos.

A fin de cuentas estábamos en un lugar común, por razones comunes, a pesar de la enorme distancia que cotidianamente podría separarnos. No sé si ellos venían de los sectores marginales de Santiago, no sé si vivían en mansiones y se trasladaban en Mercedes Benz. No importaba tampoco si habían estudiado en un liceo o si iban al mejor colegio extranjero del país. Por un momento determinado todos éramos iguales, cantábamos igual de mal y gritábamos como si el mundo se fuera a acabar ese mismo día en unos pocos minutos.

Recuperábamos, así, la esencia que nunca debió perder la Plaza Italia. Ese sector que hoy divide las clases sociales entre el arriba y abajo, entre los poderosos y los subalternos, pero que algún día, hace mucho tiempo, antes incluso de la construcción de la exhibicionista torre de la CTC, fue bastante más que una frontera. Recuperábamos, con este sencillo gesto, la plaza que alguna vez fue el punto de convergencia de una gran ciudad; la plaza a la que gente de todos los sectores y todas las clases, acudía los domingos para fotografiarse en blanco y negro – gracias a un infaltable fotógrafo de cajón – luciendo la ropa nueva o, quizás, simplemente, a compartir un helado con amigos o novios en los días primaverales.

Todos desconocidos que recuperábamos espontáneamente algo que alguna vez fue nuestro. Plaza Italia, Plaza Baquedano, no importaba ni siquiera el nombre. No nos conocíamos pero algo teníamos en común. Una pasión, un fanatismo, un sentimiento… en última instancia, un sueño externo a la vida cotidiana, a la lucha por sobrevivir. Un sueño que nos entrega una felicidad momentánea y pasajera pero que regresa cada cierto tiempo a modo de recuerdo. Un sueño que en ningún caso nos quita el sueño, pero nos hace la vida un poco más llevadera y nos da la excusa para mirarnos de frente y terminar cantando abrazados con aquellos a los que nunca pensamos tocar.

Pensaba en esto cuando Álvaro, sobrepasando el sonido de la gente, me habló del pan y el circo, del opio, de la estrategia gubernamental para desviar al pueblo de la realmente importante. Todas esas cosas que yo estaba pasando por alto para sumarme al carro de la algarabía común. Me habló entonces de todos los proyectos políticos aberrantes aprobados durante los mundiales y se preguntó cuántas leyes se estarían debatiendo justo en el instante en que nosotros, alejados de todo eso, simplemente nos entregábamos a la celebración por una causa frívola.

Eso es culpa de los gobernantes, le rebatí. Si no existiera el fútbol, buscarían otra forma para conseguir lo que quieren por sobre nosotros. Este es nuestro acto de rebeldía. Sabemos lo que hacen y lo que buscan pero no por eso dejamos de jugar. En una sociedad como la nuestra, acostumbrados a la segregación constante, es en este lugar donde nos volvemos subversivos y le pasamos un gol a los que insisten en separarnos. No son ellos los que nos engañan, somos nosotros quienes los engañamos a ellos al ocupar, pese a todo, ese espacio de reunión que siempre nos han negado. Si no existiera el fútbol, también nosotros buscaríamos otro ámbito de libertad para mirarnos a los ojos y compartir un vino, un cigarro o un canto con ese desconocido.

Pasaron aún algunos minutos más hasta que lentamente la gente fue regresando a sus casas y las calles volvieron a quedar vacías. De a poco se fueron apagando los gritos, las bocinas de los automóviles, las luces de los restaurantes. Y regresó el frío, y volvimos a quedarnos solos, con un sonido agudo resonando en nuestros tímpanos como recuerdo de que en algún momento hubo un ruido cercano. Y, después de un rato, sentados en una cuneta, sintiendo de a poco el viento, las gotas que empezaban nuevamente a caer y el silencio que nos devolvía al vacío, también nosotros partimos hacia nuestras casas, otra vez en solitario, en espera de la próxima excusa deportiva para el reencuentro.

Primer comunicado de la Coordinadora del Movimiento YoSoy132

 Reproducimos aquí, con el fin de colaborar con su difusión y a su vez, contribuir con la información directa entre los ciudadanos, este primer comunicado de la Coordinadora de dicho movimiento.


Ciudad de México, 29 de mayo de 2012


La situación en la que se encuentra México exige que las y los jóvenes tomemos el presente en nuestras manos. Es momento de que luchemos por un cambio en nuestro país, es momento de que pugnemos por un México más libre, más prospero y más justo. Queremos que la situación actual de miseria, desigualdad, pobreza y violencia sea resuelta. Las y los jóvenes de México creemos que el sistema político y económico actual no responde a las demandas de todos los mexicanos.

Los estudiantes unidos de este país creemos que una condición necesaria para corregir esta situación, consiste en empoderar al ciudadano común a través de la información, ya que ésta nos permite tomar mejores decisiones políticas, económicas y sociales. La información hace posible que los ciudadanos puedan exigir y criticar, de manera fundamentada, a su gobierno, a los actores políticos, a los empresarios y a la sociedad misma. Por eso, YoSoy132 hace del derecho a la información y del derecho a la libertad de expresión sus principales demandas. 

Hoy, los jóvenes de México hemos encendido una luz en la vida pública del país. Asumamos este momento histórico con valentía e integridad. No esperemos más. No callemos más. Los jóvenes decimos: ¡Presente!

A los medios de comunicación nacionales e internacionales, a las instancias competentes del gobierno, a la sociedad mexicana en general. El movimiento YoSoy132 declara:

Primero.- Somos un movimiento ajeno a cualquier postura partidista y constituido por ciudadanos. Como tal, no expresamos muestras de apoyo hacía ningún candidato o partido político, pero respetamos la pluralidad y diversidad de los integrantes de este movimiento. Nuestros deseos y exigencias se centran en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información de los mexicanos, en el entendido de que ambos elementos resultan esenciales para formar una ciudadanía consciente y participativa. Por lo mismo, promovemos un voto informado y reflexionado. Creemos que, en las circunstancias políticas actuales, el abstencionismo y el voto nulo son acciones ineficaces para avanzar en la construcción de nuestra democracia. Somos un movimiento preocupado por la democratización del país y, como tal, pensamos que una condición necesaria para ella, involucra la democratización de los medios de comunicación. Esta preocupación se deriva del estado actual de la prensa nacional y de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos.

Segundo.- YoSoy132 es un movimiento incluyente que no representa a una sola Universidad. Su representación depende únicamente de las personas que se suman a esta causa y que se articulan a través de los comités universitarios.

En esencia, nuestro movimiento busca la democratización de los medios de comunicación con el fin de garantizar una información transparente, plural y con criterios mínimos de objetividad para fomentar una conciencia y pensamiento críticos. Es por ello que:

Exigimos competencia real en el sector de los medios de comunicación, en particular en lo referente al duopolio televisivo constituido por Televisa y Tv Azteca.

Exigimos la instauración en todos los medios informativos (radio, televisión y medios impresos) de instrumentos que resguarden el interés social.

Exigimos someter a concurso producciones para los canales públicos de permisionarios en las distintas escuelas de comunicación.

Exigimos hacer del acceso a internet un derecho constitucional efectivo, en los términos que establece el artículo 1° de nuestra Carta Magna.

Exigimos abrir espacios de debate entre jóvenes, académicos y los medios de comunicación sobre las demandas aquí expuestas.

Exigimos garantizar la seguridad de los integrantes de este movimiento, de quienes se expresan libremente a lo largo del país y, en particular, de los periodistas que han sido alcanzados por la violencia. Además, expresamos nuestra absoluta solidaridad con las personas que en los últimos días han sido reprimidas por manifestar sus ideas en distintos estados de la república.

Como demanda inmediata exigimos la transmisión en  cadena nacional del debate de los candidatos a la presidencia de la República. Encontrando esto no como una imposición a las audiencias privilegiadas, sino como forma de garantizar el derecho a elegir verlo o no, a quienes hoy no cuentan siquiera con esa posibilidad.

¡Universitarios y jóvenes de México! este movimiento los convoca a organizarse, sumarse y hacer suyo este pliego petitorio por medio de todas las expresiones posibles, en especial utilizando su creatividad a través de la cultura.

¡Por una democracia auténtica! ¡YoSoy132!

Anexo.
  
YoSoy132 se construye como un movimiento que busca hacer efectivos principios fundamentales de la vida democrática. No puede haber ciudadanía sin libertad de expresión plena. Es por ello que mostramos nuestra más firme solidaridad con todos aquellos que han visto acalladas sus voces y con las causas que defienden los movimientos sociales en pro de la justicia, nos unimos a la voz de:

El movimiento en contra de Enrique Peña Nieto

Los familiares de las victimas de Feminicidios

El pueblo de Atenco

El movimiento por la paz con justicia y dignidad

Las manifestaciones estudiantiles y juveniles a lo largo del país que han sido reprimidas

Los pueblos indígenas en resistencia

Los periodistas alcanzados por la violencia

Los trabajadores, obreros y campesinos silenciados y explotados

La diversidad sexual acallada por la homofobia

En este sentido, hacemos un llamado a todos los oprimidos a unirnos en una misma lucha: por la libertad, por la justicia, por los sueños que compartimos y por el futuro que merecemos.