jueves, 3 de noviembre de 2011

A fuego

HABLEMOS DE DISEÑO. PERO LO MEJOR ES VERLO.
Entrevista con Rafael López Castro (3 de 3).


Santiago Robles Bonfil
                      en colaboración con Karina Ruiz Ojeda


¿Qué pasó cuando acabaste de trabajar en el FCE?
Fue exactamente a principios de 85, hubo de estos ajustes que se dan cíclicamente, supongo yo, en la vida de todos los seres humanos…

Se me estaba pasando, me comentaste alguna vez que en el FCE, trabajando,  Octavio Paz te tiró un retito.
No, pero no fue ahí en el FCE. Un día lo buscamos, él estaba por publicar  en España. Fue a través de Ricardo Valero, él dirigía Talleres Gráficos y quería publicar un poema de Octavio Paz como regalo de fin de año en una serigrafía. Ricardo Valero consiguió la entrevista con Octavio Paz y el maestro, como toda esta generación de gente, sabía de tipografía, corregían, leían sus galeras, cosas, entonces el maestro así con el tono de maestro, que, ni modo, no se lo pueden quitar, “¿qué tipo de letra es, oiga?, ¿usted cree que sea…?”, yo dije “me está tirando”, “son como 14 puntos”, “no maestro, son como 10 puntos”, “¿debo pedir más grande la tipografía?”, me estaba haciendo un examen. Era en su casa, en la que tenía ahí por la calle que sigue de Paseo de la Reforma, la colonia Cuauhtémoc. Aquí en el Fondo de Cultura de repente eran todos los monstruitos, lo mismo aparecía Arreola, que Fuentes, que Rulfo, pero no se me pegó nada. El Fondo de Cultura, que para ese tiempo, ante todo con don José Luis, empezó a abrirse a los jóvenes, ya no tan jóvenes, maestros… y yo tenía la posibilidad, cuando menos, de saludarlos. El día que me saludó Arreola, ¡dios bendito! Pues guardaba la mano, ¡el maestro Rulfo!.

Exposición en el Museo de Arte Carrillo Gil

       Esto Santiago que me oíste decir en la Feria del Libro del Zócalo yo lo creo, yo creo que los diseñadores deberíamos ejercitar el gustito por leer. Creo que valoramos de otra manera nuestro oficio, le damos otra dimensión que a mí me gusta, porque te sientes parte de la cultura, no te sientes el objeto que hace cosas bonitas para vender muchos refrescos… iba a decir la marca. No, no, te sientes parte de la cultura en la que tú das, con la sencillez, con la complicación que quieras, pero siempre como parte de la culturita. Me acuerdo haberles hecho también, y ahí es cuando empiezas a amar el cartel, carteles a escritores como Carlos Fuentes. Me hicieron pasar el examen frente a esos cabrones, que ya en ese momento, estamos hablando de hace muchos años, eran unos monstruitos, todavía les faltaba un poquito, pero ya tenían el reconocimiento, y eso te hace, al menos a mí, sentirte muy bien en el oficio. Estar con ellos, conversar un poquito, porque mi culturita no me dejaba conversar con Octavio, lo vi como tres veces en mi vida, Sol sobre una manta le hice, por ahí tengo un ejemplar, lo voy a enmarcar, porque no me quedó tan mal. Ese año Talleres gráficos regaló Sol sobre una manta de Octavio Paz, con un autógrafo de él.

¿Y cómo es que conociste a Efraín Huerta?
A partir de FCE, también. Yo había leído a Efraín, es uno de mis ídolos. Por ese tiempo un día apareció Andrea Huerta a trabajar, tenía que ver con los libros. Nos caímos bien, nos hicimos muy buenos cuates, Andrea en ese tiempo era compañera de Eduardo Lizalde, que era otro monstruito. Entonces un día le dije,  “invítame,” “sí, Efraín va los sábados a mi casa”. Fui un sábado, fue una delicia. A mí me tocó, por circunstancias biográficas, tener contacto con esta gente. Efraín era un hombre gozoso también, al poco tiempo lo operaron de la garganta, entonces nada más a señas y con una voz así gutural que un día le dijo a David: “déjalo, si no entiende es su pedo”. Fue muy rico, pero tampoco creas que lo veía cada ocho días, ni nada, lo vi tres, cuatro veces en mi vida, por ahí tengo perdido un pequeño texto que me hizo de una de mis hojas que me gustan mucho, el liquidámbar. Entonces el cabrón de Efraín un día le di la hojita y me escribió un texto sobre la hoja de liquidámbar que yo metí en no sé dónde chingados pero en un libro de esta biblioteca está.


 Adentro de alguno, perdida...
Así es…

Con quien hiciste más amistad fue con David…
A David lo conocí desde la gaceta del FCE, cuando él la hacía para sobrevivir, los poetas tienen que sobrevivir de algo, él corregía la gaceta desde Imprenta Madero. Ya cuando llegamos acá la seguía haciendo David, la hizo un buen rato, junto con Marcelo Uribe, en fin varias gentes que son de esa época.

Te voy a preguntar de otras dos personas. Jaime López…
Jaime López…

Que lo vi el viernes, por cierto.
¿Fuiste a su concierto? ¡chingao, yo no! tenía muchas ganas. Mira, Jaime López y yo, él es más expresivo, nos conocimos por el Partido Comunista Mexicano.  Jaime acababa de grabar un pequeño disco, no me acuerdo… nos conocemos también de hace un chorro de años… yo creo que desde mi época del Machete, desde finales de los setenta, si no es que un poquito antes, nos caímos bien. Es de 1976, ya me acordé. Nos conocimos Jaime y yo porque en ese momento yo lo presenté con Germán Montalvo, yo andaba ya en alguna bronca de tiempos con Madero, y le dije a Germán: “órale”, y  le publicó, le hizo el diseñito de un disco que estaba haciendo Jaime, un disco de esos chiquitos, de 45, con un cuadernito… no me acuerdo. Nos seguíamos tratando, nos veíamos en algunas reuniones del PC, pero él ya era Jaime López. Bueno, yo también ya era Rafael López Castro, pero bueno, él ya “oye, que no sé qué, que sí”, no, muy suave. Hemos mantenido una relación lejanita, porque pues él en su onda de músico, que es andar de aquí para allá, y en la mía de sentarme a hacer pendejadas, pero nos vemos y nos vemos con mucho gusto. Jaime siempre cuenta la misma historia de mí.

¿Qué dice?
Pues ésta que te acabo de decir, la empieza a contar y le agrega, le quita…

"Por esta imagen de Marx  celebrando, cuyos cabellos dibujé uno por uno,
fui expulsado del Partido Comunista. Pero yo leí que
tomaba por prescripción médica. Con mucho gusto, les contesté."

Y ya no se sabe después cómo fue… ¿Y con Paul Leduc?
Con Paul Leduc también es una historia, aquí sí cultural. Yo soy un enamorado de Reed, México insurgente, de Paul, cuando yo la vi dije: wow, qué chingonería. Ver a Eraclio Zepeda de Pancho Villa, ‘uta, para mí era una chingonería. Y me sigue gustando la película. De repente en el Canal 22, creo, la pasan. Yo creo que a Paul lo conocí a través de las hermanas Huerta, yo creo que de Eugenia, ya para esto yo tenía mi famita de diseñador de carteles del cine nacional, ya me había echado algunos, y entonces… mira, en este rumbo donde estamos platicando ahorita, en la colonia Mixcoac, yo tengo 32 años de vivir, ahí atrás estuvo un tiempo Zafra, la distribuidora de cine, ahí sí estoy seguro que vi Frida, antes de Frida ya había hecho ¿Cómo ves? Ay, las fechas últimamente se me van. Pero Paul un día me invita a que le haga un cartel, y desde entonces, salvo algunos que le han hecho en España, casi siempre me invita. Tenemos una hermosísima y neurótica relación, los dos estamos siempre prendidos de la lámpara… nos queremos, nos llevamos muy bien, ya cuando no nos aguantamos descansamos un ratito y ya. Ahorita Paul está por publicar una historia de la música en México, muy rica. Y así es Paul Leduc para mí: un carnalito mayor…



Alguien a quien apreciamos mucho “a pesar de todo”: Francisco Toledo…
Yo un día hice esa broma… A Francisco lo quiero mucho desde hace muchísimos años. Yo todavía estaba un poco en Madero y él un día llegó y me dijo: “yo quiero que tú me hagas Guchachi Reza”. Él ya había publicado algunos ejemplares, los dos éramos chavos, empezamos a trabajar, a hacer cosas. Él y Rafael Doniz vivían en el mismo edificio. Rafael Doniz le ayudaba a mi incultura: “oye, tengo un amigo pintor que es buenísimo…” esa fue la primera noticia que yo tuve de Toledo. Su fama era que pintaba en la escalera de ese edificio en donde se quedaba. En el pasamanos, eso a lo mejor Francisco va a decir que no es cierto, pero me acuerdo que esa fue la primera historia. Después yo lo conocí, pero ya era Francisco Toledo, estábamos perdidos en mucho tiempo atrás, ya había hecho por ese tiempo también una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo en México, que a mí me dejó así: wow. Cuando yo empiezo a trabajar, al Dr. Lakra… mira, son de las gracias de la edad, cuando tú dices a alguien muy joven: yo te conocí de niñito, se te quedan viendo así “ay mi rey, ¿qué onda?”… En ese tiempo yo veía a Francisco en sus proyectos culturales, vivía un poco acá, un poco en Oaxaca. Y desde entonces nos llevamos así tan bien, puede contar con mi admiración siempre. La labor social y cultural que ha hecho en Oaxaca… un día le dije esa broma “mira, no sé si eres buen pintor, pero te admiro por esa labor social que has hecho, y para hacerla de ese tamaño, seguramente sí es bueno”. Hay una relación muy bonita, muy suave, que yo respeto y quiero. Porque no hay con él esta relación de grandes cuates, no, pero… de mi parte, si él me dice “oye, va a ser de esta manera”, yo le digo “bueno, va”. Hemos hecho algunas cosas juntos, pero mi relación con lo que él hace culturalmente, esos dos momentos han sido mínimos. Puede contar él con mi admiración como pintor y como trabajador cultural de su estado.


Vamos a finalizar hablando, si me permites maestro, de un par de cosas de diseño.
Hablemos de diseño. Pero lo mejor es verlo, filma mejor el trabajo que estoy haciendo, un estudio sobre los cambios que ha sufrido el escudo nacional.


¿Cómo empiezas un proyecto?
Generalmente por una idea. Por ejemplo, yo tengo ganas de contar la historia del escudo nacional. Aquí en este país mestizo mío, todo mundo o le echa a los indios o le echa a los españoles. Pero aceptar tranquilamente que somos un país mestizo… Yo quiero contar: el águila no es más que San Juan. La serpiente que devora el águila es el demonio, el pecado. Y esto, en la parte prehispánica, águila y serpiente no andaban de esa manera, se encontraban de otra, pero llegaron los franciscanos y dijeron: “Claro, es San Juan que derrota al pecado”, y la empezaron a representar así, y todo lo demás sí tiene que si el montículo este, que si el nopal. Luego en el siglo XIX a mí me encanta ver cómo se levanta en vuelo  y se olvida del pinche nopal, algunas veces hasta se olvida de la serpiente… sí, me encanta invertirle mi tiempo y mi esfuerzo económico, todo. ¿Cómo empiezo? A veces bocetando.



¿Defines la técnica previamente?
No, primero la idea. Acuérdate que yo soy diseñador gráfico, según yo. Entonces para mi primero es la idea y luego veo cómo me sale mejor, tengo que valorar también mis esfuerzos, por ejemplo, te cuento otro rápidamente: por mi formación, yo soy de familia cristiana, entonces tengo un libro que duré años, te he invitado alguna vez, ya hice una exposición; ahora, corregí esa exposición, la amplié, le quité, hice todo, y quiero hacer un libro: Cristos. Pero no retratos de cristos, a mí me interesa el cristo que se mueve. Entonces empecé a hacer ese juego y… primero: una idea. Después de la idea: ¿cómo?… a ver, te presumo esta nueva edición del clásico Historias de familia.


Que publicaste hace varios años con Ermitaño, yo lo coloreaba con mi padre.
Qué suave. Pero aquí ya está corregido. Ya lo corregí, lo aumenté, le puse cosas. Yo tengo mucho esa relación con mis ideas, que con el tiempo me gusta visitarlas.

¿Como cuántos carteles has diseñado?
No… como un chingo.

¿Alguna anécdota de alguno, por ejemplo, el del homenaje nacional a Juan Rulfo en 1996?
No, el de Juan Rulfo, el de Aquí y ahora, en fin… cada cartel se va ganando su espacio, y pocos sobreviven el tiempo que está en la calle, muy pocos. Yo siempre era de la teoría de que un buen cartel lo ves desde lejos, te lo grabas en la memoria en menos de tres segundos, te lo llevas, lo guardas un día y después lo borras. De los buenos carteles  dices“¿te acuerdas de ese cartel que vimos?”, pero eso es poco. Del cartel, y más en una sociedad ya moderna como esta que vive la ciudad de México, con la publicidad, sí digo “¿en serio, quién se acuerda de lo que lee?”. En esta ciudad, ¿dónde están pegados los carteles culturales? Ya prácticamente ni en los pasillos de las universidades, a lo mucho unos cuantos en el metro.

"El cartel de Rulfo es uno de mis favoritos. Fotografié los pies
del maestro, y agregué el resto de los elementos antes de la era del Photoshop".

En el de Aquí y ahora aparece un retrato de tu hijo Guillermo
Sí, pero ya no le gusta que lo ande contando.

Rafael, estás preparando un libro que reúne lo más representativo de tu trabajo.
Sí lo estoy preparando. Me gustaría que saliera impreso, pero ya no sé, a lo mejor es más pertinente hacerlo para Internet.

O las dos.
O las dos. Tiene que salir ya ese libro, estoy en las últimas.

En un inicio le lanzaste el reto a Germán Montalvo para que lo diseñara.
Sí, y lo aceptó. Hasta ahora he respetado prácticamente en su totalidad su diseño. Me gustó que no acomodara cronológicamente los trabajos sino por tema y forma. Además ahora le estoy agregando unas ilustraciones en honor al lápiz. Y textos que me escribieron mis amigos para la ocasión, ¿verdad?


Es verdad. Gracias maestro por tu tiempo y por compartir estas historias y reflexiones con nosotros.
Gracias a ti y ya vámonos que se nos hace tarde.

Terminamos de platicar por el momento y nos dirigimos a la inauguración de la exposición “Develando a Buñuel” en la galería Fundación Héctor García, altamente recomendable, integrada por fotografías inéditas de Héctor y María García y obras originales de Alberto Gironella en torno al director Aragonés. Pero ésa es otra historia. 









3 comentarios:

  1. Gracias, por compartir esta entrevista desde hace tiempo estaba buscando una buena entrevista del Maestro Rafael. Increíble felicidades.

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  2. HOla donde puedo encontrar las imagenes del cambio de imagen del escudo nacional de México. gracias¿

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