Santiago Robles Bonfil
La historia oficial del Diseño Gráfico fue originalmente investigada
por Nikolaus Pevsner, quien la estructuró, básicamente, de manera análoga a la
historia del arte. Más tarde, aparecería el estudio de Phillip B. Meggs,
diseñador gráfico estadounidense, quien sin dejar de
relacionar al diseño con el arte, brindó al primero su propia perspectiva. La
investigación de Meggs fue editada en 1983 bajo el título A History of Graphic Design, libro que se convertiría rápidamente
en una fuente imprescindible para el estudio de la disciplina en el mundo. Sin
embargo, no fue hasta ediciones recientes del libro que el diseño gráfico
mexicano – a pesar de su importancia, pues no olvidemos que la primera imprenta
de América se instaló aquí, en la vecindad del hoy Palacio Nacional – fue
incluido como parte de esta “historia oficial” y, debido a las características
del proyecto, el análisis de nuestro diseño fue superficial y poco
significativo.
De ahí que la necesidad de contar la historia del
diseño gráfico mexicano, de clasificarla y analizarla, se convirtió en un
imperativo, más aún por las dimensiones exponenciales que la profesión había
adquirido con el paso del tiempo. Finalmente, diversos factores e iniciativas
se conjugaron y aparecieron, con un mes de diferencia, dos ediciones distintas
sobre la historia del diseño gráfico en México. La primera, de la Dra. Luz del
Carmen Vilchis (quien fue directora de la Escuela Nacional de Artes Plásticas
de la UNAM mientras yo estudiaba), Historia
del diseño gráfico en México 1910–2010. Este libro, editado por el INBA -
CONACULTA formó parte de los “festejos” bicentenarios del gobierno federal. La
segunda edición es la del diseñador Giovanni Troconi, Diseño gráfico en México. 100 años. 1900–2000, que además de la
investigación del autor incluye ensayos paralelos de personalidades como Marina
Garone, Elizabeth Romero, entre otras, y
está editado por Artes de México con
el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
El libro de la Dra. Vilchis tiene en un inicio, la
ventaja de identificar algunos fundamentos disciplinarios y con base en ello
dar un repaso a los antecedentes del diseño en México, dimensionando,
acertadamente, a los Tlacuilos, los
primeros diseñadores que habitaron nuestro territorio. El libro de Troconi
comienza por la influencia más directa del diseño gráfico actual (puestos en
los ojos de la nación por Diego Rivera): Manuel Manilla y J. G. Posada. Sin
embargo, la importancia de condensar la historia del diseño gráfico de nuestro
país va más allá del intento, tentador e ineludible, de confrontar a estas dos
publicaciones a partir de sus características y contenido. Estamos ante la
oportunidad, diseñadores y público en general, de conocer una gran parte de
nuestra historia visual y entender de mejor manera cómo es que nos encontramos
en el estado actual como sociedad.
Interior Vilchis
Interior Troconi
El diseño gráfico es un “arte que debe hacerse en
un tiempo breve y demostrar su eficacia prácticamente en el acto”[1], cumpliendo una función
comunicativa. Es una profesión que se basa, en gran parte, en correr a contra
reloj debido a los tiempos de producción y fechas de entrega. Por lo tanto, es
muy sencillo que quienes ejercemos la comunicación visual caigamos en la
dinámica de producir mucho, pero reflexionar poco sobre las circunstancias
generales de nuestro oficio. ¿De qué sirve reflexionar sobre el desarrollo de
nuestro oficio o sobre la situación del diseño actual? Hay muchas respuestas
posibles a esta pregunta. Una de ellas es que sirve para entender qué
estrategias serían pertinentes seguir para actuar de manera significativa y con
beneficios a futuro. Otra es para formularnos nuevas preguntas, claves para
nuestra actualidad que nos ayuden a transformar nuestro entorno. Por ejemplo,
¿por qué, a lo largo de la historia, se ha privilegiado el rostro de nuestros
candidatos presidenciales por encima de la comunicación visual de sus
propuestas? ¿Nos gobiernan sonrisas, presupuestos electorales o proyectos de
nación?
Gracias a las ediciones de Vilchis y Troconi tenemos por primera vez documentos invaluables que nos pueden servir de plataforma para la activación de distintas discusiones y análisis que requerimos como país, así como enormes fuentes de consulta para la creación de nuevos proyectos similares. Esto no quiere decir que todo lo incluido en estas publicaciones sea de provecho o rescatable. Como pasa con todas las antologías, muchas cosas significativas quedan fuera, y otras de carácter polémico se incluyen. En el caso del libro de Vilchis, por ejemplo, aparece la “Virgencita plis” que, desde el punto de vista de este autor, no propone nada de valor para la sociedad, sea desde el punto de vista visual o desde el conceptual. En el caso del libro de Troconi, además de ofrecernos una situación similar, la portada llama su atención por estar debajo del nivel visual al que nos tiene acostumbrados Artes de México, así como la inclusión de algunas imágenes en una resolución dudosa.
Interior Troconi
Interior Vilchis
No ahondaré más al respecto debido a los alcances
que tiene este texto. Sin embargo, era importante no dejar de mencionar algunos
aspectos, positivos y negativos, sobre la aparición de estas publicaciones, y
esto con el fin de recalcar que aún hay mucho por hacer, que la tarea comenzó
pero no está terminada, y que a partir del análisis de estos libros se puede
gestar un escenario que genere mejor comunicación visual en nuestra sociedad.
Labor imperativa actualmente, pues una sociedad con mejor diseño derivará
necesariamente en una mejor sociedad (frase que a pesar de parecer slogan publicitario refleja una verdad).
Ilustración: SRB
El autor agradece a El Jolgorio Cultural de Oaxaca por la facilitación de material para la realización de este texto.
Santiago
ResponderEliminarMuchas gracias por este artículo.