Entrevista con CARLOS AMORALES
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Por Santiago Robles
en colaboración con Karina Ruiz
¿Y
ahora en qué estás trabajando?
Me clavé en los lenguajes abstractos. Lo
que hicimos fue superponer el archivo líquido y trazar las cosas que quedaron
en medio, entonces se volvió una especie de abstracción. Yo los hice en grande
la primera vez que los materialicé pero una vez los imprimí en pequeño y me di
cuenta de que de lejos parecían caracteres, y me di cuenta que hay toda una
especie de sub-rama entre arte y poesía que ya varias personas han explorado.
Que
implica una vertiente en tu camino, aunque no radical…
Sí, a un nivel visual
superficial. Es curioso, llevé estos caracteres a unas clases que estuve dando
para tipógrafos, entonces los volvimos tipografía, y les pedí que
experimentaran, y uno de los más huevones abrió un programa como Google pero
que busca por imágenes. Metió los caracteres y curiosamente salieron imágenes
de trabajos míos anteriores, fue muy extraño. Supongo que hay algo relacionado
con el trabajo pasado, pero tienes que volver a pensar la disciplina, compones
de otra manera, tienes que trabajar de otra forma. Por eso te digo que todo se
tiene que mover y también cambian las relaciones de cómo produces obra. Ahorita
lo que estoy intentando hacer es una película…
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Negative Nature (Typeface), 2012 |
No
sé si a los 50 de pronto diga “¡ay ya!”. Lo que siempre me ha llamado la atención
del cine es que ahí puedes meterlo todo, puedes desde construir el espacio
hasta trabajar con la gente, ahora lo estoy intentando, no sé qué va a
resultar.
¿Nos
puedes contar un poco más de ese proyecto?
Es intentar hacer una película a partir
de esos lenguajes y a partir de mi realidad inventada, que es mi estudio. Apareció
Elsa y cotorreando resultó que también le interesa el cine, su mamá fue actriz,
tuvo un accidente en la mano, ella es gráfica y la máquina la lastimó
trabajando, y me he dado cuenta que me gusta mucho trabajar con máquinas. Poco
a poco ya empieza a haber un guión, una historia. Ahorita ya estoy intentando
pegar cierto argumento que dure más de 5 minutos.
Creo
que es cómo la obsesión por los lenguajes. El trabajo caligráfico es tan
obsesivo que se vuelve un camino cerrado. Viendo a artistas que han trabajado
con esto, me he dado cuenta cómo se han sobrespecializado. Es como el
caligrafista chino, perfecciona y perfecciona pero no está buscando más. Y
siento que eso es lo peligroso, justamente por mi interés en estar moviéndome.
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Negative Nature (Typeface), 2012 |
Yo creo que el arte es el avance en una idea que se hace de muchas formas. Hay gente que toma una idea y la desarrolla de forma muy constreñida, yo soy muy expansivo y me vale madres; sin embargo, pongo todos mis trabajos juntos y veo un estilo. Siempre estoy buscando una libertad en el arte. Es paradójico, entre más desarrollas tu trabajo, más te conocen, más creas un estilo, menos libre se vuelve tu trabajo. Entonces, ¿cómo encuentras algo que detone eso, que te rías de ti mismo, que rompas tus estructuras para lograr de nuevo algo libre pero que en el fondo tiende a lo mismo. Es como el mito de Sísifo.
En
una película puedes contar esa historia. Haciendo arte es muy difícil porque
aunque tú lo despliegues en una exposición, la gente no tiende a leerla. Tú no
puedes dirigir, aunque pongas cierto recorrido. En el cine sí puedes.
Es
decir, ¿de alguna manera buscas concretizar posibles mensajes?
Como artista me cuesta trabajo pensar en
un mensaje, pero de cierta forma sí. Ahorita es muy difícil hacer una primera
película porque es nuevo, pero también muy fácil porque es nuevo. Si quisiera
hacer otra, entonces, ¿qué sería, una de vaqueros?
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La langue des morts, 2012 |
Platícanos
de la pieza que tienes ahorita en Manifesta, en Bélgica
También tiene mucho que ver con los
lenguajes, las máquinas. Me interesaba la tensión entre lo frío y lo caliente,
entre lo hecho a mano y lo digital, que ves mucho en el arte: “oh, lo hizo su
asistente”, o “uy, estuvo siete años pintándolo con la lengua”, ¿y qué?
Sí
hay que observar elementos importantes en cosas hechas de cierta manera, por
ejemplo, si ves una impresión en serigrafía sí es diferente a una digital,
vibra de otra forma, sientes otras cosas, el color se manifiesta de forma
diferente. Sí hay cierta importancia de los materiales, tiende cada vez a
perderse, pero es parte del arte. En Manifesta la idea era hacer una máquina
que dibujara a lápiz. Cuando la logramos, evolucionó a hacer una que dibujara
con carbón. Me invitó Cuauhtémoc Medina, porque estaba relacionado con la mina,
la industria, la máquina, el carbón; una impresora gigante que puede dibujar
potencialmente. El motor es un plotter pero toda la estructura es bastante
grande. Lo obvio era “vamos a contar la historia de la minería”, pero eso que
lo haga el curador.
Clavado
en los lenguajes, un amigo me enseñó una simbología que se cree que es de
origen sumerio, pero no se sabe bien, viene de la Edad Media. Es una serie de
72 demonios, que en realidad representan la mente, cada uno es un aspecto de
ésta. Son esquemas, originalmente los dibujaban con tintas metálicas
alcaloides, se cree que son primeros circuitos. Entonces relacioné: “es la
máquina que trabaja esos mismos circuitos, que llaman a los demonios y
finalmente estamos en una mina, la mina es subterránea, como el submundo”.
Tampoco los quise poner tal cual, son repeticiones del mismo patrón, luego
cambia a otro. Luego los cortábamos y los colgábamos, como en un taller. Tenía
que ver con cómo se activan los lenguajes, si son depositarios de algo místico
o no. La máscara es eso, es una forma, a esa forma tú le das un contenido y la
pones frente a un público. El lenguaje es eso, la “A” en sí misma no es nada.
Y, del otro lado de la moneda, ¿cuál es
el estado actual de Nuevos Ricos?
Nuevos Ricos ya fue, lo terminamos en
2009. Era interesante porque podía operar como disquera. Sí se volvió
competitiva pero no nos la tomamos en serio como negocio, podíamos hacer
chingaderas, podías sacar el peor disco, mandar un comunicado de prensa
echándole caca a tu propio artista, podíamos jugar mucho. En el momento en que
se vuelve sólo funcional, ¿qué te queda hacer? Pues dinero. Pero, ¿cómo
hacerlo? “Este es el mejor disco, es maravilloso”, pederear, como todo. Para
negocio pones una taquería. Ya no había rango de juego, cambió, se dio a
conocer más, se volvió cada vez más anquilosada la situación, cambió el
espíritu de la época. Nuevos Ricos empezó en un súper buen momento, fue cuando
hubo el cambio de gobierno, entró una tendencia de revistas de moda, una nueva
infraestructura de medios sin contenido.
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Jessy Bulbo |
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Saga Mama, 2007 (Dibujo de Daniel Guzmán) |
Había
muchos lugares donde tocar, la gente quería ir. De pronto empezaron estos
grandes festivales, como el Vive Latino, pero para estar en éste hay que estar
en tal compañía, y hay que ser cuate de no sé quién, entonces se volvió
industria. Hubo cosas de Nuevos Ricos muy importantes como que no metíamos
ningún logo que no fuera de Nuevos Ricos, metimos EMI sólo de burla. No nos
hizo ricos pero…
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Juventud en éxtasis, Maria Daniela y su Sonido Lasser, 2007 |
A pesar de que inicias cosas por gusto y sin una planeación artística tan concreta, operas de esa manera, abres un interés, tratando de transgredirte a ti mismo también, agotas las posibilidades que te interesan en ese momento y cambias, buscas algo nuevo. ¿Compartes esta opinión? ¿se podría decir que una constante en tu trabajo es la experimentación, la búsqueda?
Sí, es un modo de decirlo.
¿Estás
insatisfecho todo el tiempo?
No, es que siento que generalmente se
piensa que el artista debe ser creativo y no necesariamente. A mí me parece
importante seguir buscando, generando cosas. Sí tengo una necesidad muy grande
de tratar de entender cuál es la línea que lo conecta todo mi trabajo. Tampoco
es como “¿Qué voy a hacer? Ah, pues, aguacates con…”
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El Proyecto líquido, 2012 |
Aunque
manipularas aguacates yo creo que de todos modos acabarías haciendo cosas que
se conectaran a lo demás que has hecho
Probablemente, pero todavía tengo que
aprender a darme esa libertad. Es algo que estoy intentando aprender ahora, a
no racionalizarlo tanto, que no todo tiene que tener sentido.
Estuve
trabajando con un psiconoalista dos años. Entendí que el temblor del 85, que me
tocó de 15 años, fue un momento súper importante para mí, éticamente y
estéticamente. Estéticamente por ver los edificios caídos, realmente
impresionante, como cuando ves una catarata. Cuando ves un edificio derrumbado
es estéticamente muy fuerte. Por eso mucha de mi obra es muy apocalíptica o
tiene algo oscuro y catastrófico. Estuvimos 10, 15 días sin gobierno y
funcionando. Hubo una especie de anarquía positiva, todo mundo echándose la
mano. Eso generó la izquierda en México, que en el 88 ganara la izquierda, ahí
arranca toda una historia que me ha hecho pensar mucho en mi posición, “no eres
ni de derecha ni de izquierda, y te caga todo, ¿pues qué eres?”.
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Ciudad de México, 1985 |
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Ciudad de México, 1985 |
Momentos como el YoSoy132 me recordó el
sentir que la gente quiere un cambio y que sí es posible. En el 85, a pesar del
drama, hubo un momento de libertad, pero paulatinamente caímos en la inercia.
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Recibimiento a Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, ciudad de México, 2012 |
¿Lo
experimental en el arte, es necesario?, ¿es redundante decir arte experimental?
No todo arte es experimental, por
ejemplo, el arte sacro. No creo que el arte sea sinónimo de experimentar, creo
que hay momentos de experimentación en el arte, lingüísticos, ecológicos,
estilísticos, de muchos rangos. Lo único que podría criticar del término arte
experimental es que se volviera como una disciplina, como “videoarte”. Puede
haber una actitud experimental en la pintura, por ejemplo, Sigmar Polke
experimentó cabrón y es increíble por eso. En la música hay experimentación, en
el cine, en la literatura. Yo experimento porque estoy buscando algo, no lo
tengo muy claro, tal vez nunca lo tendré. Por eso no es válido hacerlo como un
ismo o una especialización.
¿Piensas
que en algún momento se puede correr el riesgo de que en un proceso creativo se
experimente tanto que de pronto los resultados estén alejados de la gente, que
no haya una conexión con el público?
Sí. Pero ese es otro gran problema, ¿el
arte es comunicación o no? Hay tanta imagen en el mundo que te está comunicando
algo preciso, “pícale aquí, cómprate allá, haz esto”, que me pregunto si el
arte no es justamente ese espacio del no sentido, donde lo visual, lo musical,
lo corporal no hace sentido y por lo tanto nos crea espacio. O si el arte es
algo que nos da sentido pero más refinado. Algo interesante del arte es que no
acabas de percibir qué es lo que te fascina en él o por qué te pone en cierto
estado, y no sólo física sino mentalmente. Y no es un rollo budista.
Cuando te preguntan “¿y qué quisiste decir exactamente con esto?”, bueno…
Es la peor pregunta, me caga, porque
justamente hago arte porque no sé qué decir. De alguna forma sí, no es que esté
divagando por el mundo pero no tengo un mensaje totalitario o autoritario.
Siento que eso es algo que a mi generación nos pegó muy duro. Mis padres,
generación sesentayochera, y sí tenían que decir algo. Por ejemplo, a nosotros
nos toca la Perestroika. Ustedes ya crecen a partir de esa falta de ideología o
ya no es tan clara, o entra el rollo neoliberal. ¿Qué pasa cuándo todo mundo
empieza a hablar con esos mismos lenguajes como del Partido Mexicano de los
Trabajadores en los setentas? Algo ahí no está cambiando. El 132 es interesante
por eso, porque ya es otro lenguaje, otra frescura.
Camino
acá uno pasa por el Teatro de los Insurgentes, y en el mural de Rivera, el de
la fachada, se puede ver a Cantinflas tomando dinero de los ricos y dándoselo a
los pobres…
Es que los murales son cómics; los
malos, los buenos, el pueblo, los opresores. Es que nos educaron así, con un
mensaje, y estamos esperando un mensaje, pero nos volvemos pasivos. Por eso la
tele nos late tanto en México, nos están echando rollo.
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El teatro en México (detalle), Diego Rivera, 1953 |
Hay
cosas que reconoces pero que nunca acabas de entender, como la Coatlicue. Lo
interesante es lo reconocible que tiene un dejo de extrañeza.
Podría afirmarse que la más perfecta imagen de Tlóloc, y por ende, de Tlaltecuhtli, es esta que, a partir de Chavero, se ha venido diciendo de Coatlicue... Heriberto Yépez |
Cuando
vemos arte experimental totalmente irreconocible, si no está en una sala de
exposición, podría estar en la de la basura. Pero cuando ves cosas que medio
entiendes y a la vez no, eso es lo que me gusta. Como en el cine de David
Lynch.
¿Te
identificas con esa búsqueda relacionada a Lynch en la que cuando todo mundo
está esperando la convención, ¡pum!, cambias?