domingo, 17 de julio de 2011

A fuego

UNO VIENE AL MUNDO A SER FELIZ

Entrevista con MARCO RAMÍREZ ERRE


   Por Santiago Robles Bonfil
                  En colaboración con Karina Ruiz Ojeda


Además de artista, es licenciado en derecho y carpintero. El trabajo del tijuanense Marco Ramírez ERRE (1961) muestra el cruce o choque de culturas al tratar temas que afectan tanto a la comunidad mexicana como a la estadounidense. Conversamos con él después de una charla que dio en La Curtiduría, espacio de arte contemporáneo en la ciudad de Oaxaca.

SR: ¿Qué recuerdos tienes de la niñez en Tijuana?
MR: Tijuana era un lugar tranquilo, en general, pero la colonia donde yo vivía era una colonia de tránsito. Muchos de los migrantes cruzaban por ahí porque es la parte que está más cercana a San Isidro, por La Garita. Había mucha población juvenil, al contrario de lo que pasa ahora, que hay más viejos residentes en la colonia. Había pandillas o grupos de diferentes calles, entonces era más dado a la violencia, pero no pasaba de chingadazos y alguna que otra pedrada […] viví una muy bonita infancia, en Tijuana inclusive no estaba el muro.


 SR: Podían cruzar libremente.
MR: Sí, había una malla de alambre de púas que siempre estaba tirada y había campos de fútbol, vendedores ambulantes, había espacio para ir a tirar con la resortera, andar en patineta […] Todo esto hasta que tenías 13, 14 años, cuando ya representabas una fuerza laboral de invasión, ya te paraban y te decían “tú no puedes estar aquí”, no te fueras a quedar a trabajar.

SR: Después te fuiste a trabajar de carpintero…
MR: Después de que me gradué de la escuela de derecho, me fui a trabajar a Estados Unidos como migrante semi-ilegal porque nací de padres que eran residentes de California, entonces tuve automáticamente derecho a eso…

SR: ¿Y ya tenías interés en el arte, cómo fue que brincaste?
MR: A mi siempre me interesó el arte. Tenía enciclopedias de los museos, de diferentes artistas, mi padre nos conseguía los libros que necesitáramos. Encuentro ahora extraño, y en su momento lo encontraba aún más, que mi tío me regalara, cuando tenía 13 años, El Espíritu de las Leyes, de Montesquieu, o los Diálogos de Platón, pero llegó un punto en que lo agradecí.
Por otro lado, siempre me ha gustado dibujar y hacer caricaturas, cosas que ya no hago mucho. Cuando ya me sobraba un poco de dinero por el trabajo que tenía, empecé a comprar más piezas de fotografía y de dibujo, y en el proceso de enmarcarlas y ponerlas presentables para una casa pequeña que hice, empecé a juntarme con artistas en el lugar del enmarcado, y ahí fue donde me contaminé. Me empezaron a invitar y empecé a participar. Primero con escultura, luego con dibujo, pintura…


 SR: ¿A qué edad expusiste por primera vez?
MR: Como a los 29 años. Como a los 27 años decidí explorar otras cosas, la construcción no me satisfacía, tenía que encontrar una ocupación que satisficiera mi espíritu. Encontré en el arte el camino, poco a poco fui dejando el oficio que tenía, y eso se llevó entre las patas un matrimonio. Mi pareja, a quien quería mucho, y con quien tuve dos hijos, no estaba preparada para el cambio, porque estaba casada con un obrero de cuello azul de la industria de la construcción, que ganaba buen dinero, y de repente cambió a la inseguridad de un artista, que a veces gana, a veces no, que la mayoría de las veces no…

SR: Pero tú ya estabas seguro…
MR: Sí, era lo que me gustaba hacer. Uno viene al mundo a ser feliz. Uno tiene esa capacidad de libre albedrío para vivir, y esperemos que todos tomemos la mejor decisión. Creo que fue un buen ejemplo para mis hijos al final. Ahora sigo haciendo mi trabajo y no me arrepiento de casi ninguna de las cosas que hice.

SR: Casi…
MR: Una que otra.

SR: Y avanzando un poco más en el tiempo, comentas que tu pieza Trojan Horse es la más conocida, pero a la vez en la que te sientes encasillado, ¿qué nos cuentas de eso?
MR: Que afortunadamente la tengo, porque hay artistas que no tienen una pieza icónica. La pieza es importante en mi carrera, tanto que es más conocida que yo. No tengo ningún problema con ello, el problema es cuando te quieren clasificar.


 

SR: El oficio que tenías te ayudó a construirla, me decías que tú la armaste.
MR: Yo la hice, yo la recorté, sin siquiera tener un plano. Y claro, es el producto de los años de trabajo en ese oficio, pero también de toda la educación anterior, y del rollo de ser artista para poderla materializar, de la manera en que se hizo, con dos cabezas, translúcida. Ahora, para adelante con otros proyectos, que a lo mejor no son tan espectaculares como es. A medida que vas madurando le vas encontrando el tamaño ideal a cada una de las cosas, puede haber piezas minúsculas que son enormes, y piezas enormes que son insignificantes.

SR: En tus trabajos tratas, entre otros temas, los conceptos de guerra, nación, ciudad e identidad, ¿qué es lo que te interesa decir en el arte?
MR: Me interesa decir lo que tengo ganas de decir, de la mejor manera posible, porque decirlo así nomás con palabras no me sale tan bien. El éxito de un artista es hacer lo que quiere hacer. Ya si lo leen bien o no, es cuestión de múltiples interpretaciones. Eso es todo lo que quiero, comunicarme, pues el arte es un medio de expresión.


 SR: Tú que has producido piezas en los dos lados de la frontera, ¿cuáles serían las diferencias, ventajas, de cada lado?
MR: La ventaja en Estados Unidos es el dinero. Hay dinero y equipos de trabajo muy eficientes. Son muy buenos para hacer las cosas, la gente trabaja rápido, eficientemente, pero son un tanto fríos. En la Ciudad de México, como en Tijuana o Oaxaca, te va muy mal, a veces no somos tan eficientes, pero hay un montón de calor humano. Es un buen balance trabajar aquí y allá.

SR: Cuéntanos de la censura de la pieza Road to Perdition.
MR: En el marco de una serie de exposiciones muy importantes que se hicieron alrededor del mundo por ahí del 2003, 2005, empezó a ponerse de moda México, como han estado de moda otros países como Cuba y luego China. Nos invitaron, a mí y a otros 40 artistas, a una exposición muy grande en Reading, Pennsylvania. Me ofrecieron un espacio público, lo localicé y propuse un diseño. Hice un contrato con el dueño de los espectaculares. Cuando presentamos el proyecto, un reportero publicó algo acerca de la viabilidad de poner el proyecto o no con dinero de las ciudades del Estado, pues era un proyecto que tenía nombres de ocho ciudades del mundo, sus distancias desde Reading, y una fecha que coincidía o tenía que ver con un día específico en que esa ciudad fue bombardeada por las fuerzas de Estados Unidos de América. Eso provocó una serie de discusiones alrededor: si era vergonzoso, si me estaba burlando. En realidad lo que estaba poniendo ahí era la verdad incómoda.
Empezó el conflicto, procedimos a tomar una foto del espacio donde fue expuesta la pieza, reproducir la imagen, y por medio de PhotoShop ampliarla para exponerla dentro de un museo. Después sacaron algunas notas en revistas nacionales e internacionales, e internet, y detonaron una respuesta inmediata, tanto a favor como en contra de la pieza. 


 SR: Por una parte, no se pudo exhibir, pero por otra, les sirvió de publicidad.
MR: Sí, realmente ellos hicieron la pieza, publicidad gratuita.

SR: También pintas…
MR: Sí hago pintura, pero pintura automotriz, sobre aluminio.


 SR: ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
MR: Estoy tratando de mover una exhibición que está en el Museo Carrillo Gil, que se llama La Reconstrucción de los Hechos, que trae alrededor de 14 piezas, me interesa que vaya a Oaxaca, a Monterrey, a Guadalajara, a Hermosillo. Otra es una en Los Angeles, individual, obra nueva, que también quiero acomodar. Y estoy haciendo un proyecto que se llama Ladrillo, que tiene que ver con la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte, y muy probablemente vaya a incluir una filmación de ladrilleros en la ciudad de Oaxaca.

SR: Gracias Marco.



La Reconstrucción de los Hechos permanecerá en el Museo de Arte Carrillo Gil hasta el 17 de septiembre de 2011, es la primera retrospectiva en la que Ramírez ERRE exhibe sus obras más emblemáticas en los últimos veinte años. En el espacio se habilitará un centro de documentación sobre las metodologías y discursos del artista. También incluye dos proyectos para espacio público: Cruce de caminos y Camino a la perdición.

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