domingo, 17 de julio de 2011

Olas de California


 Candor Chávez


I saw the best minds of my generation destroyed by
madness, starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn
looking for an angry fix. 
Allen Ginsberg, fragmento de Howl



Nacido en 1957, Raymond Pettibon se ha consolidado como uno de los artistas más críticos de la cultura estadounidense. La temática, los alcances, y la exposición de su obra son muy diversos. Aquí un pequeño acercamiento.


Originario de Tucson, Arizona, Raymond Pettibon se formó como economista en UCLA, escribe más de lo que dibuja y tiene un taller bastante pequeño. En sus inicios, publicó él mismo sus dibujos, hechos con tinta negra, de manera muy económica. 

En un punto medio, entre la palabra y la imagen, los íconos de la cultura popular norteamericana forman parte de sus obsesiones: Elvis, Charles Manson, superhéroes y, aunque no se considera un artista político, suele hablar sobre Ronald Reagan, Abraham Lincoln, George Bush. Para cuestionar los valores pregonados por los gobiernos de su país, se vale tanto de la comedia, como de imágenes crudas como hongos de hidrógeno en repetición, un presidente con las manos llenas de sangre, o soldados a punto de violar a una mujer. 


 La decepción que provocó la posmodernidad y los supuestos héroes que generó, lo llevaron a inventar a sus dos personajes clave: Gumby y Vavoom. El primero es tomado de una caricatura ya existente, con su aspecto básico y cómico, resulta ideal para trastocar las expectativas que solemos tener sobre las personas importantes, sobre quienes toman las grandes decisiones: líderes religiosos o políticos. Por otra parte, Vavoom es pequeño y también hilarante, se topa con paisajes que invade con su grito; su sentido del humor elude los lugares comunes, lanzando preguntas sobre el mismo arte: el minimalismo, el conceptualismo, las vanguardias en sus excesos.
 
Pettibon se ha nutrido del Film noir, al recrear escenas del crimen, en una voluntad narrativa claramente marcada, que también se liga al cómic. Jean-Michel Basquiat solía decir que la mayor parte de su obra era odio, concepto que también se puede aplicar a Pettibon. Comparte su afición por el surf con el escritor Haruki Murakami, ello aunado a su residencia en California causó los dibujos de olas gigantescas sobre el muro del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, en los que juega con la escala, buscando que el agua aplaste al espectador.   



Otro de sus intereses es la música, por lo que se ha dedicado a ilustrar las portadas de discos, de entre los cuales, el más conocido es Goo, de Sonic Youth, de 1990, en el que Elvis aparece crucificado con la leyenda No lo amaron lo suficiente, una silueta habla de la subcultura degradada que rodea a los grupos, a los movimientos que se acabaron, los ideales fallidos de los 60.

Las figuras emblemáticas se trastocan también en sus trabajos sobre el beisbol de épocas pasadas, la época de Babe Ruth en especial. Es un homenaje al encanto del juego, la inclinación retro de su corriente deportiva probablemente tenga que ver con la nostalgia de un momento anterior a la explosión económica que trajo consigo la sobre-exposición de los beisbolistas en la televisión y la prensa, las apuestas, el doping, los salarios millonarios, el desequilibrio entre los equipos que pueden tener una plantilla muy amplia y los que no pueden permitirse más que lo justo.



En galerías como la Contemporary Fine Arts de Berlín se hizo el montaje usual que se identifica con el artista,  buscando unidad en la diversidad, mediante la asociación libre de dibujos con diferentes tratamientos, temáticas, dimensiones, que según ha explicado, pretende relacionarse con el cine. Es bastante común que prefiera no enmarcar sus piezas, sino colocarlas precariamente, lo cual le da inmediatez a la lectura de su trabajo.

La insolencia de Raymond Pettibon es refrescante, Vavoom es apabullante, su postura política se suele malinterpretar en la prensa porque se opone a las guerras en las que se involucra Estados Unidos.  Cuando le interrogan sobre las afirmaciones en su obra, responde que no se le puede considerar como el responsable, al menos no como el autor consciente de lo que va sucediendo en los accidentes de la pintura que chorrea, de los trazos irregulares en el papel.





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