Por Karina Ruiz Ojeda
¿Qué es lo que define
las fronteras entre diseño, arte y artesanía? ¿Cómo afecta la interacción de
estas áreas en el desarrollo de la artesanía y de los artesanos? Estas
preguntas surgen al conocer el trabajo del colectivo Innovando la Tradición, un proyecto de diseño sustentable que
surgió por iniciativa de la diseñadora industrial Kythzia Barrera, en el que
artesanos, diseñadores y artistas exploran territorios compartidos de acción,
con el propósito de honrar y reinventar
la tradición cerámica de Oaxaca. Se valen de estrategias de diseño colaborativo
y metodologías informadas por otras ciencias sociales. Como asociación civil,
se mantienen mediante fondos de otras asociaciones civiles, gobierno y donaciones
privadas.
Familia de puerquitos / Barro rojo / Alberta Mateo, Kythzia Barrera / San Marcos Tlapazola |
Hasta la fecha han trabajado en San Bartolo
Coyotepec, Santa María Atzompa, San Marcos Tlapazola y San Martín Mexicapam,
han comercializado con éxito sus productos a través del colectivo 1050º, y en
las tiendas del Museum of Modern Art de Nueva York y Tokio, entre otros sitios.
Recientemente publicaron el libro Barro y
fuego, una radiografía de la alfarería en Oaxaca.
Barrera
es egresada de la Universidad Iberoamericana y de la Design Academy, Eindhoven
(Holanda). En junio pasado, antes de las celebraciones de la Guelaguetza [la llamada
“máxima fiesta de los oaxaqueños”], platiqué con ella para tratar de desmenuzar
lo que implica innovar la tradición; cómo se concibe la tradición en un mundo
globalizado, cuáles han sido algunas experiencias en este diálogo entre
diversos creadores, qué significan las categorías “arte”, “diseño” y
“artesanía”, y otras cuestiones, como el desdén al oficio del artesano por
parte de muchos legisladores.
¿Cómo surge el proyecto Innovando la Tradición?
Surge de una
investigación que hago en 2002 para la maestría en diseño que hice en Holanda.
Primero hice una investigación sobre cuál es la razón por la cual la artesanía
sobrevive en un mundo que va cada vez más rápido, en una sociedad industrial
que produce más de 300 productos por segundo. Me intrigaba mucho por qué en
Oaxaca específicamente hay toda esa diversidad y por qué la existencia de las
artesanías sigue siendo parte de nuestra vida; tiene que ver con la cultura
profunda, las raíces de los pueblos originarios. Después se convierte en mi
tesis, hago toda una teoría de cómo podría la modernidad impulsar la tradición,
esa era mi hipótesis. Más que pensar que la modernidad está haciendo que se
destruya la tradición, la está transformando, y al transformarla, evoluciona, y
al evolucionar perdura y se mantiene. Los pueblos originarios también, ya
investigando más, observando, leyendo opiniones de gente más informada, de los
mismos pueblos indígenas, de los mismos artesanos, la misma tradición innova la
tradición para que siga existiendo como tal, es una paradoja muy interesante la
tensión entre la tradición y la modernidad. Los mismos pueblos originarios, cuando
una tradición deja de ser relevante al interior de su comunidad, ven cómo la
cambian, cómo la acomodan para que siga siendo parte de ella.
¿Cómo has trasladado esta investigación a la
práctica?
Esta hipótesis de que
la modernidad transforma la tradición, la quise comprobar y empecé a poner en
práctica toda la teoría, esto me ha llevado 10 años pero creo que sí está
funcionando, sí se está comprobando la hipótesis. Al ponerla en práctica me doy
cuenta de que es una chamba titánica, que sola no voy a poder, entonces empiezo
a desarrollar la metodología de diseño colaborativo, lo que nos ha funcionado
muy bien es generar atmósferas de trabajo entre artesanos, artistas y diseñadores,
porque pienso que es una tarea de todos, no se puede dar sólo con los
diseñadores, sólo con los artesanos, sólo con la academia, sólo con los
investigadores; se tiene que dar todo junto. Hice un primer taller en 2008 con
toda una teoría de evolución de los objetos que toma herramientas de la
biología, de la taxonomía, de las teorías taxonómicas del siglo XVII, del
naturalismo, de cómo evoluciona la naturaleza, los animales y las plantas. Hice
una traducción de esas teorías al mundo de los objetos, invité a un diseñador
finlandés que trabaja en ese mismo tema e hicimos un taller creativo al que invitamos
a artesanos de los Valles Centrales, a diseñadores, a ceramistas. Fue un éxito
increíble.
De ahí salieron productos, yo les di seguimiento a esos
prototipos, porque no eran productos terminados, los mostramos en un evento en
la ciudad de México y fue un éxito, se vendió todo en dos días. Con eso dijimos
“bueno, vamos a darle forma”, el maestro Francisco Toledo nos pide que por
favor hagamos esto de manera más seria, más formal y se crea el Consejo para
innovar la tradición cerámica de Oaxaca, del que forman parte ocho miembros:
deseadores, artesanos y artistas; Francisco Toledo, Adán Paredes, Eric
Mindling, Diego Mier y Terán, Ana Gómez, Claudia Cancino, Claudio López y yo. Con
esto empezamos a definir líneas de trabajo, a entender mejor el problema, a
tener más relación los artesanos, que fueran ellos los que dictaran qué tipo de
soluciones se pueden hacer, y ahí vamos, llevamos ya 4 años. En 2008 fue el primer
taller y 2009 se hace la asociación.
¿Cómo conciben ustedes la tradición?
Es una paradoja muy
extraña porque la tradición es a veces muy estricta, inflexible, tiene raíces
muy profundas. Hay una parte que es muy resistente, que tiene un lado bueno porque
por eso sigue existiendo; y tiene un lado que tiene que ser cambiante y
flexible para que siga siendo parte de la vida. La tradición tiene que
innovarse para volver a ser tradición.
¿Cuáles dirías que son esos elementos que tienen
que permanecer para que una tradición se mantenga?
En cada caso es
diferente, por ejemplo, hay tradiciones orales que durante muchos años se han
mantenido. Como el mundo ha cambiado tanto, los mismos pueblos indígenas se han
dado cuenta que muchas tradiciones orales se tienen que registrar y tienen que
pasar a otro medio para que sigan existiendo estos relatos de los abuelos que
son tan importantes para mantenerse. Por ejemplo, los huicholes están haciendo
video, algunos pueblos indígenas están escribiendo su lengua, una cosa que
antes no era necesario.
En la música también,
las bandas de los pueblos mixes o zapotecas de la Sierra Norte están haciendo covers de Daniela Romo y de Juan
Gabriel, esa es una manera de hacer que se mantenga para que siga siendo parte
de la vida, no como una cosa del pasado y obligatoria, sino que siga siendo
parte importante, crucial de su vida. En las bandas en la Sierra Norte te puedo
dar el caso de Santiago Zoochila, es un pueblo zapoteco hermoso que parece un
sueño, chiquitito, y la música ahí es el eje de la vida. En la agencia
municipal, el espacio más grande es para que los músicos ensayen, el dinero que
se recauda del impuesto más alto es para los músicos, los migrantes que están
en Estados Unidos mandan dinero y la parte más grande es para la música, y
acaban de hacer un disco con covers
de los Beatles, entre otros grupos. Los chavos están felices, igual tocan en la
iglesia el Padre Nuestro que Sandunga o Juan Gabriel.
¿Cuáles son los elementos que se mantienen?
Yo creo que lo que se debe
de mantener no es tanto la forma de las expresiones sino la forma de vida
detrás de esas expresiones. Los cambios que se tengan que hacer deben orientarse
a que se mantenga la comunidad, todo lo que los hace ser lo que son. Por eso
trabajo con esto, porque eso es lo que me enriquece, no porque quiero ayudar a
los “pobrecitos”, sino porque a mí me da respuestas a las carencias que tengo
en mi vida; los artesanos me enseñan, son mis grandes maestros de diseño y de
vida.
Lo que se debe de mantener es la forma de vida que soporta
esos rituales y esos objetos. Lo que le da sentido a esos objetos no es la
forma, la curvita, la altura, la
proporción. La actividad alfarera, por ejemplo, es colectiva, comunitaria, donde
todos participan, donde cada quién tiene su sabiduría, su conocimiento, su
participación. Yo veo la tradición como una red donde se soporta la vida de la
gente, eso es lo que hay que mantener y reforzar. Si queman con leña, con gas o
con briquettes –que es como una
eco-leña– no importa, mientras sigan
haciéndolo de manera colectiva, mientras el oficio siga siendo el eje de su
vida. Los cambios a la forma de objetos milenarios están bien, se tienen que
dar, porque se tienen que adaptar a la nueva comida, a los usos en las
ciudades, al contexto que los rodea, que ya no es el trueque entre los mismos
miembros de la comunidad, ya hay una economía de mercado que requiere que se
tengan que adaptar. Si esos cambios a las formas de los objetos hacen que la
forma de vida se mantenga, yo digo “va”, adelante. Hay antropólogos que me oyen
hablar y “¡sacrilegio, quémenla en la hoguera!, el arte popular tiene que ser
rojo porque rojo ha sido siempre y siempre se ha hecho con este tinte”,
entiendo el valor de eso, siempre va a existir, pero no me preocupa que se desaparezcan
las formas tradicionales, porque chocolate y tortillas siempre vamos a comer.
Yo creo que las piezas muy tradicionales se van a seguir
haciendo, no van a ser las 68 comunidades que trabajan en Oaxaca, no; van a
desaparecer muchas, sí, pero las que queden van a seguir haciendo comales,
tazas chocolateras, los objetos más tradicionales. Si además podemos hacer que
las que sobrevivan tengan un lugar digno en el mundo global con otros objetos y
que en ese mundo global puedan mantener su forma de vida como el eje de su
existencia porque ellos así lo quieren –porque yo voy haciendo lo que ellos me
dicen, lo que ellos quieren, voy al ritmo que ellos piden. Si lo que sé hacer como
diseñadora aporta a que esta forma de vida indígena comunitaria colectiva,
respetuosa con el ambiente, que tiene sus raíces en una identidad milenaria,
sobreviva, lo voy a poner ahí y lo voy a usar para eso, y los pueblos pondrán
lo que ellos saben hacer: ser grandes maestros.
¿De qué forma se da este intercambio?
En Innovando la tradición todos vamos poniendo lo que sabemos hacer
para lograr que esa forma de vida nos siga dando respuestas a nuestras vidas.
Es un diálogo. Es un puente entre individuos del mundo moderno y del mundo
indígena para entendernos mejor y ayudarnos a estar presentes en el mundo
global, con toda nuestra identidad y dignidad. Es un tema fascinante e
inagotable, en el mundo del diseño no hay recetas, todo el tiempo hay que
estarlo pensando y replanteando; repensando, proponiendo, equivocándonos y regresando;
probando y dialogando con ese mundo. Nos da muchísimo gusto que los mismos
artesanos ahora se acercan a pedirnos ayuda, consultorías, opiniones, porque es
un reconocimiento para ayudarnos a lograr los objetivos que ellos mismos se
plantean. Es un honor, un halago que nos llame un artesano para decirnos
“necesito que me ayudes con este proyecto, quiero hacer esto…”
¿Con qué técnicas artesanales trabajan?
Nuestro trabajo está
muy enfocado al desarrollo alfarero pero, por ejemplo, Edgardo Villanueva, artesano
textil quinta generación, líder de artesanos de diferentes técnicas, nos buscó
para ayudarlo a hacer un encuentro de artesanos para artesanos, en el que se van
a dar conferencias, música. Es una iniciativa de ellos porque el gobierno se ha
dedicado a meterles el pie, a complicárselas mucho “sin querer queriendo”, es
muy complejo el apoyo gubernamental. Edgardo está organizando a los artesanos para
no depender tanto de esos apoyos de gobierno y quieren hacer un corredor
cultural en la Guelaguetza [realizado en la ciudad de Oaxaca, del 20 de julio
al 5 de agosto de 2012], un congreso que contempla conferencias con académicos
especializados que hablarán de las investigaciones que se hacen sobre pueblos
indígenas, entre otras actividades. Edgardo apoya la idea de que los artesanos
tienen que educarse para poder competir mejor entre ellos y para poder
encontrar un lugar más digno en una sociedad que está cambiando tanto. Todo
este encuentro es para que los mismos artesanos conozcan más sobre su propia
historia, sus tradiciones, que la gente que vea las artesanías tenga más
información, porque muchas veces el turista viene y ve una artesanía pero no
tiene muchos elementos para entenderla en toda su complejidad.
Innovando la Tradición
no va a trabajar con otras técnicas porque no podemos abarcar todo, inclusive
todavía no somos especialistas en alfarería. Cada artesanía es un mundo, cada
comunidad, cada artesano, cada familia es un caso diferente. Nos queremos
enfocar mucho en apoyar sólo el desarrollo de la alfarería, aunque tenemos
interés en integrar otras técnicas que se hablan bien con ésta, como el textil
o la madera. Pero tan sólo la alfarería da para vidas.
¿Qué alcances ha tenido el proyecto?
Hay resultados
tangibles que son muy seductores, muy flashy.
Estamos vendiendo en las tiendas del MoMA en Nueva York y en Tokio, los
productos que han resultado de estas capacitaciones. Ese es un resultado muy
contundente de que la tradición puede mantener su esencia y convivir con el
mundo moderno a un nivel horizontal. Estar en las tiendas el MoMA junto a
piezas de grandes diseñadores es la prueba más clara de que está funcionando
ese diálogo. También la comercialización en el mercado nacional es un éxito,
aunque todavía no somos una empresa en equilibrio, todavía dependemos de
financiamientos y de donativos, pero estamos cerca de lograrlo.
Otro éxito tangible es el libro Barro y fuego, resultado de un diálogo de muchos años con alfareros
para hacer un registro y un diagnóstico de quiénes y cómo son, dónde están, qué
hacen, cómo lo hacen. Cuando ellos lo vieron se sorprendieron muchísimo. Está
resultando como un libro de texto para los artesanos, para entender sus
procesos, compararse entre comunidades. Nos agradecieron mucho. Al hacerlo
nunca pensé que fuera a ser una referencia para ellos, yo lo pensaba como una
referencia para los que no conocen nada del tema. Edgardo me dijo que había que
hacerlo con todas las técnicas. Este libro es resultado de la investigación de
Eric Mindling, que lleva 18 años yendo a pueblos a hablar con alfareros. Un alcance
intangible es el aumento de la autoestima de las artesanas al entrar a un
proyecto como tantos que les han prometido, y que de pronto se dan cuenta de
que es una relación diferente, donde nosotros tratamos de posicionarnos en un
lugar donde queremos hablarles de manera horizontal, donde queremos
relacionarnos con ellas por su conocimiento, por su sabiduría, donde no hay
explotación, sino amistad, confianza. Ese es un resultado increíble, porque buscamos
apoyarnos en todo lo que podemos. Eso les ha generado mucha confianza, mucha
seguridad y más impulso para seguir trabajando. Son personas mucho más sólidas,
entienden que el reconocimiento no es momentáneo, sino que perdura y da frutos.
Fuimos con ellas a Nueva York a ver las piezas para la inauguración del evento,
la presencia de ellas en el MoMA fue súper importante para este diálogo.
¿Esta relación de colaboración plantea una
eliminación de jerarquías entre arte popular, diseño y arte?
Son categorías
conceptuales que nos dificultan mucho el trabajo, que nos hacen muy difícil
explicar lo que hacemos y crecer como país. Las grandes potencias en diseño son
grandes potencias económicas, son economías que están basadas en el desarrollo
de sus industrias artesanales, de sus talleres familiares, como Italia,
Finlandia, Japón. Cosa que no sucede aquí porque insistimos en separar, porque
tenemos colonizado el cerebro.
Sí creo en las categorías, pero las fronteras son muy
difusas y los conceptos nos dificultan la vinculación, sumado a que es una
sociedad muy clasista. Las piezas que hacen las artesanas de Oaxaca son piezas
de arte porque son únicas, pero como se queman a baja temperatura, es
alfarería, no es alta temperatura y no puede entrar al mundo del arte. Es sólo una
cuestión técnica, pero el proceso creativo de una artesanía sí es diferente por
todo esto que hay detrás, todo un mundo, una cosmovisión, una manera de
trabajar que es distinta a la del artista.
¿Menos individualista?
Exacto,
es colectiva. La autoría es colectiva. Esa es la principal diferencia. El arte
popular está coqueteando con los dos porque están los “grandes maestros” que
tienen su autoría individual, utilizan un conocimiento de autoría colectiva y
se posicionan en el mundo del arte como los grandes maestros. Pero no estoy de
acuerdo con esta colonización mental que tenemos, ni con este aferramiento a
las divisiones y al lugar donde cada uno debe de exponerse: la artesanía a la
banqueta, el arte popular en las vitrinas, en los museos, intactas, y los
ceramistas a la galería o al museo. Es decir, en Innovando la Tradición reconocemos y respetamos las
diferencias entre arte, diseño y artesanía, pero trabajamos a partir de las
coincidencias y no de las diferencias. Nuestro trabajo es colectivo e
interdisciplinario, ya que involucra la visión de diseñadores, psicólogos,
ingenieros, artistas, artesanos, consultores de negocios internacionales y
abogados. Todos participamos en la transformación y desarrollo cultural. Es
labor de todos.
Taller "Manos en la masa", donde se trató de encontrar nuevos caminos para la artesanía y su relación con la cocina |
También es que México no ha reconocido esa riqueza
cultural como el motor o la posibilidad de que se vuelva un motor económico
central. La política de desarrollo artesanal tendría que estar en las agendas
de las secretarías más importantes de la nación, como política de Estado en
economía, en educación, no en FONART como “ay, los inditos”.
Yo hago comparaciones con países que sí lo han entendido
como un potencial económico, como un motor central. Japón es un ejemplo claro,
es una sociedad súper industrializada y tecnologizada, pero todo su desarrollo
económico viene de darle un lugar preponderante a su tradición. No digo que es
el único camino y la manera perfecta para hacerlo.
El trabajo que hacemos trata de impulsarlo así: hacer del
desarrollo cultural el motor del desarrollo económico, pero es algo muy
complicado de explicar y es difícil hacer que influya en una política de Estado.
A nivel federal, FONART está haciendo desarrollos de leyes artesanales que son
aberrantes, leyes que protejan las artesanías, cuando, insisto, no es el objeto;
la ley artesanal no debe proteger los objetos, debe de apoyar el desarrollo de
los artesanos. No se trata del objeto sino de todo lo que hay detrás, de lo que
posibilita que eso exista. Esas leyes son muy peligrosas, si pasan, hasta aquí
llegamos con la artesanía.
Hicimos unas comisiones a nivel nacional, tuvimos
oportunidad de que nos invitaran a un encuentro nacional de artesanos, que fue
el primer encuentro que se hizo, donde intentamos invitar a todos los alfareros
del país. Hubo mucha participación, aunque no logramos que fueran todos. Fue en
Puebla, se planteó la ley artesanal, y se hizo una comisión que fue al congreso
para que fueran los artesanos los que estuvieran en las mesas de discusión de esta
ley. Sí fueron, pero es muy difícil improvisar esas cosas, que sean los
políticos, que no tienen ni idea, los que hagan estas leyes que no incluyen la
participación de los artesanos en la construcción de algo que les va a afectar
profundamente. Esto era para una ley federal y ahorita hay una iniciativa a
nivel estatal en Oaxaca, que sería el primer estado en tener esta ley; justamente
Edgardo Villanueva y otras organizaciones, incluidos nosotros, estamos tratando
de hacer una contrapropuesta diciendo que no se trata de las artesanías, sino
de establecer lineamientos para apoyar el desarrollo de los artesanos. Ahí
vamos, luchando en muchos frentes.
Lo más importante es hacer entender que la artesanía está
en constante cambio porque está generada por personas y las personas son parte
de grupos sociales que están en constante cambio, que están siendo afectados
por lo que sucede en todas partes del mundo. No pensar la artesanía como una
cosa que se tiene que poner en una vitrina de museo y ahí se tiene que
preservar y no puede cambiar, porque si lo hace, se va a acabar. Hay muchas
complejidades para hacer que la artesanía pueda cambiar a la velocidad que
requiere. Si los artesanos no se ponen las pilas en tener herramientas para
transformarse, se van a quedar atrás, y los políticos y los diseñadores los van
a hacer pedazos, porque hay toda esta moda del diseño aportando a la artesanía,
y eso también es muy peligroso; hacer intervenciones, sin entender todo esto
que te platico, es peligroso. Está bien que todos podamos participar en esa
transformación pero también depende cómo y desde dónde, si lo haces desde
arriba, jerárquica, o si te cambias de lugar, te replanteas y retas tus
habilidades de diseñador para no ser quien dicte el cambio, sino posicionarte
de una manera más horizontal, menos protagónica. No es tan fácil y no todo
mundo sabemos hacerlo. Oaxaca está lleno de tienditas que hacen eso, de la misma
forma que está de moda ser ecológico, ser verde. Pero no todo lo que se pinte
de verde va a ser ecológico.
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Más
información en : www.innovandolatradicion.org
Los
productos de Innovando la Tradición se pueden comprar en:
El
MACO (Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca), el Museum of Modern Arte
(MoMA) de Nueva York y Tokyo y en el Hotel Brick en la ciudad de
México.