jueves, 1 de septiembre de 2011

A fuego

YO NO VEO EN OAXACA A LOS DEFENSORES DE LA AUTONOMÍA CONSTRUYÉNDOLA
Conversación con FLAVIO SOSA


Por Santiago Robles Bonfil
               en colaboración con Karina Ruiz Ojeda



[…] El voto sí es importante pero no es suficiente. El voto sí sirve. Si no votamos, Peña Nieto va a ser el presidente de la República. El idiota, el idiota bonito, presidente de la República; el Juanito bello, presidente de la República. Una construcción mediática, una caricatura de Berlusconi, presidente de la República. Eso es lo que vamos a tener si no votamos. Peor tantito si en los próximos meses la gente se convence que lo que necesitamos es un presidente fuerte y la guerra. Peor tantito si nos logran convencer que la guerra es la opción… Que necesitamos un presidente fuerte porque al crimen organizado hay que aplastarlo, porque a los criminales hay que derrotarlos, y que son los que están sembrando el terror, son terroristas, y luego entonces la guerra es la salida de este país, y Calderón es un gran valiente. Peor tantito; peor tantito. […]

Flavio Sosa (San Bartolo Coyotepec, Oaxaca, 1964) es fundador del Partido de la Revolución Democrática. Fue su presidente estatal en Oaxaca, para posteriormente renunciar a él y sumarse a la candidatura presidencial de Vicente Fox Quesada en 2000. En los años subsecuentes, se integraría a otros movimientos sociales y partidos, sin embargo, será más recordado probablemente por su participación como vocero de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) dentro del conflicto social de 2006. Dentro de este episodio, donde se suscitó una alta represión por parte de las autoridades, pues se exigía la dimisión del gobernador Ulises Ruiz, Sosa se convirtió en uno de sus miembros más visibles de entre los casi 300 consejeros de la dirección provisional. En ese mismo contexto fue detenido el 4 de diciembre de 2006, acusado de doce delitos en seis causas penales. Fue encarcelado durante un año y medio, en un inicio en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, para finalmente ser declarado inocente, puesto en libertad y convertirse en diputado plurinominal de su estado por parte del Partido del Trabajo. De esto y otras cosas más platicó Flavio Sosa a un grupo de estudiantes de artes visuales en el Centro Cultural La Curtiduría de Oaxaca el viernes 26 de agosto de 2011. Aquí reproducimos un fragmento de dicha conversación.



El voto como herramienta de transformación social
Yo fui parte de un grupo que se formó en 2000, conocido como Nueva Izquierda de Oaxaca, porque dejé el PRD y nos fuimos a apoyar a Fox. Como lo comenté en un principio, nosotros nunca nos fuimos al PAN, ni con los Amigos de Fox; entonces, para diferenciarnos, creamos ese grupo. En 2006, cuando se vino el movimiento, así nos llamábamos todavía.

La APPO no se cocinó aparte del proceso electoral. En el sur del país, en Chiapas y en Tabasco perdió el PRI, y no hubo APPO. Había una ola que estaba empujando a una transformación que también influyó en 2006. Obviamente en Oaxaca se desbordó la inconformidad social, por eso considero que el voto es una de las herramientas.


 Yo estoy convencido, y lo demuestra la realidad de América Latina: los pequeños procesos de cambio que están viviendo en Bolivia, Ecuador o Venezuela, por mencionar algunos países donde están cambiando ciertas cosas, han sido a través del voto y la movilización popular. Yo me identifiqué, en una primera etapa, con el movimiento de Evo Morales, pero hoy el propio Evo está cometiendo errores.

Con la izquierda brasileña, que no es lo mismo que la izquierda venezolana o la izquierda boliviana, hay una evolución en el país, en la economía, en el estatus, sin embargo no resulta suficiente. Ahí están los Sin Tierra cuestionando al gobierno de Lula, primero, y ahora al gobierno de Dilma Rousseff, un gobierno que apoyaron. Porque a los Sin Tierra les queda claro: “Sí, los llevamos a la presidencia, pero no es suficiente; vamos por la reforma agraria, y vamos a construir comunidad”. Porque los Sin Tierra sí hacen escuela de formación política. Yo no veo a ningún movimiento social, aparte de zapatismo, haciendo escuela política en México, ninguno. Los Sin Tierra están haciendo escuela política, hacen un seminario latinoamericano para formar cuadros, llevan a teóricos a discutir con la gente y a formar cuadros de otros partidos y otros movimientos solidarios a su causa; tenemos que aprender de esos movimientos.



El cambio en México debe ser: movimiento social, elecciones, propuesta política, cuestionamiento a la realidad, educación. ¿Qué está haciendo el magisterio en Oaxaca por la educación y la transformación? Muy poco, compañeras y compañeros. Yo me atreví a proponer que los maestros vayan más allá de la movilización popular, y resultó que soy un traidor al movimiento, ¡cómo me atrevo a cuestionar al movimiento magisterial! Como si no lo pudiéramos cuestionar, como si fuera sagrado. Nos tenemos que cuestionar unos a otros, y no descalificarnos, procurar usar menos el adjetivo y más la propuesta, la observación y la crítica.

Andrés Manuel viene de la misma clase política, pero tiene un programa alternativo que está mostrando a la gente. Hay algunos analistas internacionales que están observando con cierto interés la propuesta de Andrés Manuel, porque está en las calles, está cuestionando a las burocracias de los partidos, y está generando su propia organización, y ahí está sin parar. Hay a quienes no les satisface la vía electoral, yo me atrevo a decirles: ok, vayamos a organizar.

Reunión con Andrés Manuel, Zócalo, Ciudad de México

A quienes dicen “las elecciones no sirven”, les digo: órale, vamos a trabajar con las comunidades, vamos a generar reflexión, vamos a generar propuesta política. ¿Nos convence la construcción de autonomía? Pues vamos a construir autonomía, yo no veo en Oaxaca a los defensores de la autonomía construyéndola, con todo respeto. ¿Dónde están las autonomías en Oaxaca? Yo veo a las autonomías construyéndose en Chiapas, pero no las veo en Oaxaca. Sí sirven, efectivamente. Sí hay procesos de formación de autonomía. En España, y voy a hablar sin tener muchos elementos teóricos y de análisis, hay procesos autonómicos que no han logrado su plenitud. Pero hay procesos evolucionando, cuestionando un Estado nacional y una relación con el estado-nación.

El movimiento social, a partir de 2006, se cayó, y muchos fueron cooptados. Mientras el traidor estaba en la cárcel, ¿cuántos millones se gastó el gobierno de Ulises en 2007 y 2008 en controlar muchas organizaciones políticas y sociales que eran parte de la APPO? Muchos.


Elecciones sí, pero la sociedad se tiene que organizar
Para una auténtica transformación, desde mi punto de vista, hay que votar, sí, pero hay que hacer organización en la colonia, en el espacio local. Hay que votar, sí, pero en la región Cañada hay que desarrollar la economía local y hay que hacer organización para la venta, hay que exigir más allá.

La preocupación de todos los gobiernos en este momento es la gobernabilidad. ¿Cómo tenemos control, cómo no tenemos marchas? A ver, espérense, en Oaxaca ya hubo cambio ¿Pa’que marchan, hombre? Ya, no chinguen, ya marcharon hasta que se cansaron en 2006, ya no pinten las paredes, hay que darle otra imagen de Oaxaca al mundo, en Oaxaca todo está en paz. Yo creo que más bien el gobierno debería recibir todas las críticas. El gobierno naturalmente va a tender al control. La sociedad no debería votar exclusivamente y dejarle la responsabilidad a los políticos, debe construir organización. Suena un poco difícil de realizar, pero yo creo que es una forma nueva de luchar por la transformación.



Lo que veníamos planteando en los años anteriores, antes de la caída del Muro de Berlín, era construir el gran partido de la clase obrera para llegar al poder, alguien decía “la dictadura del proletariado” y desde el poder cambiar las cosas. Luego se fueron abriendo otras posibilidades, otros experimentos. Vamos construyendo reformas, vamos abriendo la democracia como una herramienta que nos permita generar pequeños cambios.

Pero la desigualdad social mundial, el sistema neoliberal, nos demuestra que no es suficiente, porque Brasil ahí está, como un país “económicamente fuerte”, o un gobierno respetado en el Concierto Mundial de las Naciones, con un presidente que es líder a nivel internacional, de opinión pública, pero con unos índices de pobreza y desigualdad social terribles. ¿Qué sigue en Brasil? Tomándolo como un ejemplo de que la izquierda llegó al gobierno, sigue la transformación desde abajo, sigue la organización popular para construir economías alternativas, para resistir al neoliberalismo, sigue usar la comunidad.

¿Por qué somos pueblos indios en Oaxaca, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos? ¿Por qué somos todavía pueblos de usos y costumbres? Porque tenemos tequio, tenemos comunidad y asambleas, si no seríamos Nezahualcóyotl, una gran colonia popular. Tenemos raíces y sobre ellas tenemos que construir cosas alternativas. Yo veo la posibilidad de teorizar, porque antes hubo todo un debate planteado a partir del manifiesto del partido comunista, y se generó toda una teoría política y económica; hoy no la hay. A raíz de la caída del Muro de Berlín, nos quedamos en la orfandad teórica.


Tenemos que construir nuestros propios paradigmas. El gran reto es construirlos desde nuestra realidad, y una realidad tan multicultural como Oaxaca resulta compleja. Ya hay algunas reflexiones en la tierra mixe acerca de la comunalidad, pero son insuficientes. Yo creo que estamos por construir y hay algunos principios, algunos filósofos o teóricos empiezan a esbozar por dónde puede estar el rumbo.

Un pensador que me gusta mucho es Octavio Paz, quien en un documento que se llama Nuevas respuestas a viejas preguntas plantea que los jóvenes tienen que construir una nueva filosofía política y económica en torno a dos grandes movimientos históricos: el liberalismo y el socialismo. Yo creo que por ahí podemos bordar algo, y debemos tomar en cuenta la raíz que tenemos en Oaxaca y las experiencias de América Latina, porque desafortunadamente las guerrillas han degenerado en burocracias. Ya hemos tenido experiencias de guerrillas que llegan al poder y se convierten en verdaderos ejemplos de corrupción; el caso de Nicaragua es emblemático.


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