jueves, 15 de diciembre de 2011

VIOLENCIA Y POLÍTICA. América latina y el cuerpo victimizado II

Plinio Villagrán

A partir de las disparidades derivadas de los fenómenos políticos del siglo XX, Latinoamérica se ha regido típicamente por la reacción ante la intromisión. Una reacción determinada y dibujada desde los caudillismos, los conflictos armados y los ideales, ahora diluidos en un campo de batalla ya sin estrategias definidas más que por la estadística y el porcentaje.

      Este conflicto transmutado tiene un sentido de continuidad al fenómeno que vive Latinoamérica ante un cuerpo constantemente lacerado, cuyas derivaciones y razones podrían ser entendidas desde la victimización, como apunté en un ensayo anterior. Pero al tomar la frase de Walter Bemjamin: “el estado de emergencia en el que vivimos no es la excepción sino la regla”, o lo que dice puntualmente Helio Oiticica: “De la adversidad vivimos”, se puede dilucidar el siempre nublado panorama. Al partir de algo concreto y referencial se puede abordar esta problemática desde la Revolución Mexicana, un conflicto social que desmoronó no sólo un sistema colonial, sino toda la idea de progreso que se había implantado desde las concepciones europeas del positivismo (Comte y Barreda)[i] .  Dicha gesta, según la historia, fue el primer triunfo popular en América Latina, seguida la revolución Cubana en 1959, y la revolución sandinista en Nicaragua de 1979. Gestas también “victoriosas” con variantes y antecedentes distintos, pero similares en las respuestas por parte de la sociedad en contra de la monstruosidad viciosa del poder y un estado de opresión. Otros movimientos no fueron tan afortunados, pues quedaron como rastrojos de un cultivo estéril, disueltos en la sangre de conflictos armados y dictaduras militares.

            Así, hasta la fecha, Latinoamérica vive un constante conflicto que ahora se dibuja confuso: una mezcla entre izquierdas fracasadas y democracias disfuncionales, si por democracia se entiende a la construcción de un grupo social en absoluta proporción. En Latinoamérica el resultado es una negación a esa condición de valor y quizás, su manera armónica de vivir: en la contrariedad está su felicidad. Estados Unidos de América viene entonces a figurar como el monstruo necesario para que una fábula exista, porque la fábula sin la perversión de ese monstruo no tiene sentido de seducción, de juego y de autodestrucción excitante, un idilio de sombras: el realismo mágico no ha muerto. Este ser es entonces el protagonista y el motivo de la reacción del arte latinoamericano, muy directo al principio en propuestas como el muralismo y la escultura, pero conforme va acercándose el fin del siglo XX se va tornando más confuso en verdades tan cruentas y en propuestas menos estetizadas: retomando el matérico español, el neoexpresionismo alemán, así como tambien, el performance y el arte conceptual, todos lenguajes de la posguerra[ii].

      A este respecto, artistas como Alfredo Jaar, Arturo Duclos, Cildo Meireles, Nadin Ospina, Teresa Margolles, Miguel Calderón y Guillermo Gómez Peña, entre tantos (es imposible describir su trabajo en este ensayo, pero tomaré algunos ejemplos de sus obras) han destacado en la escena internacional con propuestas devenidas de las preocupaciones antes planteadas. Arturo Duclos, por ejemplo, confronta con su conocida bandera de Chile hecha con fémures humanos, una obra que de forma directa muestra el contenido real de un símbolo de identificación. A la larga, las banderas están diseñadas bajo parámetros sombríos porque el concepto de “patria” que se representa a través de ellas, está fundado sobre los escombros, la muerte y la violencia. También, a través de este símbolo se justifican todo tipo de barbaries e imposiciones. Pero no es preciso darle a esta pieza, que habla por sí sola, un sentido de interpretación como sucede con muchas obras que parten de premisas políticas cuando se utilizan símbolos muy obvios para mostrar una idea determinada, parafraseando a Susan Sontag: al arte no se le buscan valores epistemológicos, simplemente tiene un valor per se. Duclos, en este caso, sólo quiso revertir el valor del símbolo.

Arturo Duclos

      Más allá de las construcciones simbólicas, otros artistas entretejen un discurso más plástico, y establecen un impacto más directo. Sueño Americano, de Nadin Ospina, es una obra muy contundente que aborda la alienación y la fijación criticando con mordaz humor esta patética frase, mostrando a la figura de Bart Simpson a la manera de una escultura sedente que recuerda mucho la escultura mesopotámica o cualquier escultura prehispánica. Este artista ha trabajado desde hace algún tiempo con este tipo de disparidad cronológica, en donde fusiona la estética del arte prehispánico con la imagen contemporánea del juguete sofisticado occidental, para poner en evidencia el fetichismo político y religioso ante la dominación post colonial.

Nadin Ospina

      Pero de una manera más directa y cruda dentro del fetichismo religioso u ostentoso valor de la veneración, Ajuste de Cuentas, de Teresa Margolles, discurre en ese impacto simbólico en el terreno de lo mórbido. Esta obra consiste en una cadena y un rosario, ambas confeccionadas en oro, y tenían, en lugar de piedras preciosas, fragmentos de vidrio de un “ajuste de cuentas”, a saber, los fragmentos más pequeños de los vidrios de un auto baleado. Margolles ha trabajado desde sus inicios el tema de la muerte y su transmutación física y violenta; al mismo tiempo ha abordado un discurso político muy cercano a ese proceso tanatológico y también burocrático del cuerpo. El cuerpo actual como ente de trámite.

Teresa Margolles

       Atendiendo a esquemas más cercanos al cliché o el estereotipo cultural: Border Brujo, un video realizado en 1990 por Guillermo Gómez Peña, que ya desde el título en spanglish recalca la mezcla de las culturas. Este artista chicano, que ha trabajado el performance desde finales de los años ochenta, critica de manera asidua por medio de la ambigüedad cultural y la intrincación del lenguaje, la condición del mexicano cercano a la frontera de Estados Unidos, el sincretismo entre los símbolos del consumo cultural estadunidense y del mexicano inmigrante marginado. En este video, con poco más de media hora de duración, se expone ataviado como un chamán que lee los caracoles y tira de los dados y que toma distintas actitudes: habla como un típico norteamericano o como un chicano, mezclando los acentos, discurriendo en las características de la aculturación y el mestizaje del nuevo colonialismo.

Border Interogation. Gómez Peña / La Pocha Nostra

      Siguiendo con la transformación, pero en este caso con la idea de la evolución humana, un término occidental que reafirma la idea de que lo fuerte sobrevive y lo débil fenece, Evolución del Hombre, de Miguel Calderón, afirma una idea de la evolución humana atípica. Es una serie de fotografías de un individuo, a la manera del esquema de evolución que los tratados científicos han establecido y que se pueden ver hasta en las láminas escolares. En este caso, el personaje inicia con la actitud del mono hasta que se yergue por completo, pero en el camino de su evolución se va cambiando la desnudez por la vestimenta y al final está totalmente ataviado como el hombre que posee una metralleta para asesinar. Es evidente la transformación voluptuosa de la violencia y el ser humano que, a fin de cuentas, es el mismo agente nocivo que mata para sobrevivir, pues la civilización está fundada sobre esta condición de poder.

Miguel Calderón

      A través de estos escuetos ejemplos puedo discernir sobre el discurso del cuerpo en Latinoamerica y determinar que éste parte de un solo punto y motivo: la problemática social y cultural a causa de las imposiciones e intromisiones, actualmente la imposición  neocolonial norteamericana. Esta que ha ido decayendo en una catedral donde habita el ídolo verde, condicionante y necesario al que todos aspiran: la idea engañosa del “sueño americano”, y su idealización consecuente, es la quimera más abyecta jamás construida por la sociedad actual. Un tema complejo y un arquetipo sin rostro. Latinoamérica, por su parte, ha pagado con sangre la cuota de algo tan engañoso y pútrido, pero seductor y abrumador: es un Fausto que llora su desgracia a cada momento, porque se ha condenado entre su condición de víctima pobre y su dependencia servil al abismo del engaño; en consecuencia, siempre habrá un final trágico: el ser que lo pierde todo y que es violado y usado constantemente por el diablo disfrazado de Mickey Mouse. Quizás en ese sometimiento está un placer malsano y un juego de dependencias.



[i] Gabino Barreda fue el iniciador del positivismo en México, tomándolo directamente desde Francia, específicamente de Augusto Comte. Durante los años de la fiebre positivista los políticos formados en estas ideas, al igual que los científicos, trataron de poner orden y lograr entonces la libertad. Defendían con tal ahínco la metodología que el pueblo les propinó el mote de “Partido de los científicos”. Porfirio Díaz tomó el poder político y la burguesía el económico. El primero se declaraba positivista y científico a ultranza, mientras los segundos se enriquecían los presupuestos darwinistas.
[ii] Es importante destacar que muchos de los lenguajes del arte del siglo XX en Latinoamérica están obviamente influidos por el arte de hegemonía occidental.

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