Entrevista con CARLOS RANC (3 de 3)
Por Santiago Robles Bonfil
en colaboración con Karina Ruiz Ojeda
SR: ¿Qué argumentaba el texto?
CR: Era un texto muy ambiguo, que no puedes estar más que de acuerdo con él, y al mismo tiempo te causa un malestar terrible, te das cuenta de lo poco libre que eres. Decidí abrir la exposición con ese texto, de hecho cada letra del texto estaba hecha con un pedazo de portada de revista porno, que muy cuidadosamente, no ves nada. Sabes que son encueradas o encuerados pero nunca ves un pene o un pezón, nada, pero alcanzas a ver perfectamente los cuerpos. También ahí tenías esta dicotomía de “o veo lo que hay o leo”, no podías hacer las dos al mismo tiempo.
SR: Es decir, se alcanzaban a ver fragmentos de chicas, de hombres…
CR: Sí, en cada letra. Las letras miden cinco centímetros. En Voyeur veías claramente un cuerpo, aquí las letras censuraban el cuerpo, pero no en su totalidad, la otra pieza era un poco más azarosa. La censura era muy precisa, letra por letra; o lees o ves. Y una vez que lees tienes que decidir cómo te ubicas frente a la autocensura. Son esas piezas donde me interesa de alguna manera dejar incómodo al espectador, un poco para tejer todo lo que me estás preguntando; sí hay una continuidad, aunque los trabajos, la manera de presentarlos formalmente son muy distintos de las florecitas, de las encueraditas, a los perritos… Es en donde creo que mi trabajo no se ha leído muy bien.
SR: Sé que no era nada más presentar mujeres encueradas para provocar un escándalo, pero seguramente sí hubo gente que…
CR: Sí, hubo mucha gente que lo leyó así. Lo que quiero decir con esto es que el público también es muy comodino, está acostumbrado a ver cosas muy digeridas, y ahí regreso al problema de la pintura, los pintores siguen haciendo cosas muy complacientes. El problema es seguir presentando sólo lo que el público quiere aceptar. Ya no hay una educación visual sino una especie de status quo muy aburrido, tanto en el público como en la obra. Yo creo que hay una parte, y ahí sí no creo que sea problema ni de los museos ni de la crítica ni del artista, en que los públicos tienen que hacer un esfuerzo. Es lo mismo que la gente que no lee. Muchos no leen porque no entienden, porque no les enseñaron en la escuela a entender. ¿Cómo pueden promover el placer en la lectura en las campañas que hacen? Son ridículas. ¿Por qué quieren que la gente lea si nunca les enseñaron a disfrutar y sobre todo a entender los libros? Un gran problema de este país es que la gente no entiende lo que lee.
SR: ¿Piensas que la gente debe acercarse al arte o que debe haber un acercamiento del arte hacia la gente? ¿Qué te interesa sobre este intercambio?
CR: Si la gente se debe acercar al arte o el arte a la gente, no creo que sea la manera adecuada de plantear el problema. Hay una institución que media, que es el museo. Los museos, no sé si en el país, pero en esta ciudad [Ciudad de México] ya hace mucho que lo entendieron, tienen exposiciones muy especializadas que a lo mejor sólo le hablan al mundo del arte, y tienen exposiciones que se pretenden un poco más didácticas. Ha de ser muy difícil para ellos mediar entre los dos. He visitado exposiciones en donde las obras no son nada malas pero la construcción del discurso es demasiado didáctico... Pero como institución tienes que aproximarte, tienes que educar al público.
SR: Que es un problema que involucra a todas las otras ramas artísticas.
CR: Tienes que aprender pero tampoco tenemos tanto tiempo y tanta capacidad mental. Vas escogiendo, hay cosas que te interesan más que otras, hay gente que le interesa más el cine que la literatura. Hay gente que le interesa más la danza que el arte contemporáneo, está bien, hay que ser respetuosos, no todo es pa’ todo el mundo y no a todo mundo le interesa lo que a uno. El público al que le interesa es el que se tiene que acercar. De ese público al que le interesa, hay mucho que tiene que aprender a ver, y ahí sí no me refiero a divisiones sociales entre clases bajas y altas. Por ejemplo la clase media alta me parece una clase muy poco educada, que no lee, no le interesa el arte y no quiere aprender. Yo digo generalidades…
SR: ¿Y este fragmento que dice Us?
CR: Esto es el pedazo de una obra… Te puede dar una idea de las letras de las que hablábamos, pero las otros son cuerpecitos que aparecen integrados a la letra. Esto es una maqueta de una pieza, todo el texto, “They are us”, ellos son nosotros, que es una cita de la película de George Romero Dawn of The Dead. Esta es la segunda gran película que hace después de The Night of The Living Dead, pasa dentro de un centro comercial en el que se refugia un grupo de personas de los zombis, es una parodia del consumismo americano en la que de repente alguien se da cuenta de que “ellos son nosotros”. En mi obra, cada letra es un still de una película clásica de zombis, es un poco jugar: “ellos son nosotros”. Lo que nunca me di cuenta, hasta el día que tuve una visita de estudio, era un inglés el que lo estaba viendo, él entendió evidentemente que la foto son zombis, pero igual que tú, pensó que esa era la pieza, no que era la pruebita de una pieza. Me dice “claro, us: los gringos”. Nunca la quité porque cuando estoy trabajando pongo las pruebas para ver lo que hago. Eso me pareció muy cagado…
SR: Esta parte analítica, que ahora que estamos platicando veo que la tienes pero hasta ahora no la has llevado hasta tu obra; esta parte de crítica política o de análisis social de lo que está pasando. ¿Qué hay con eso?
CR: Así de explícito no lo he llevado a cabo. No me interesa ser explícito porque para eso mejor escribo panfletos o libelos. Yo sí necesito que medien otros factores, como lo cachondo… Creo que sí hay una postura política en muchos de mis temas, la censura por ejemplo… Muchas cosas en mi obra, que existen detrás, pero no es lo único, hay otros temas que me interesan, como la apropiación, la cita, lo objetual o no objetual, la misma pieza, todos esos ingredientes forman una unidad que es mucho más rica. Me interesaba la censura a través de un gesto común, que es la pornografía o el acto de ver pornografía en internet, regresarlo a un lugar público. Regresando a la pregunta, sí me considero una gente muy politizada.
SR: ¿En el momento actual de tu desarrollo te interesa el trabajo, por ejemplo, de Banksy, o de artistas que evidentemente tienen una línea política, social, un discurso tal cual?
CR: Por ejemplo Banksy me interesó mucho en un momento dado. Ahorita no me interesa en lo más mínimo, se agotó a sí mismo, ya llegó a un límite… Cuando lo proponen para que gane el Oscar en Hollywood y se va a Los Ángeles a grafitear, ya es una parodia de él mismo. El trabajo que hizo al inicio, es de una anarquía, de una pertinencia, de una belleza, y me refiero a lo no estético-ético, otra vez. La manera en que lo hace, desde el anonimato, los lugares en que lo hace, esto tiene una gran pertinencia. Era brillante. Lo que pasa es que al principio lo hace, supongo que no con el afán de ser artista. Una vez que el mundo del arte lo incluye en el arte, él como que entiende estas prácticas y empieza a funcionar bajo éstas, en donde el trabajo ya no me parece interesante ni pertinente.
Souvenir, Grupo G.H.T. Pieza 65. 2011
SR: El arte callejero en México, ¿ya pasó a la galería también?
CR: Supongo que te refieres a los graffitis pero no es de lo que me interesa hablar. Me interesa más lo que sucede en la calle y los artistas que hacen lo que ven que se hace en la calle. Imagínate que antes de que Francis Alÿs hubiera hecho alguna de sus piezas famosas del centro, un curador descubre que hay una serie de eventos callejeros que son importantísimos; los tenis colgados de los cables, que podrían ser el equivalente del graffiti, eso es muy local y a nadie se le ocurrió decir “uta, ese arte callejero está chingón”. Pero se le ocurre a Francis, como artista, no como curador ni con la intención de reproducir un evento extraño sino creando metáforas. Siempre sucedió, nada más que nadie lo vio hasta...
SR: ¿Todos estos artistas tenían que crear su propio camino y encontrarse sus propios medios? ¿armar todo de cero?
CR: Al revés, yo diría que este era un terreno muy fértil. Aquí había muchas cosas que no se veían, era un laboratorio esta ciudad. Había muchas cosas que no existían en otros lugares, que a nosotros podían parecernos aburridas, y que le dio materia prima a mucha gente. En realidad es eso, no es empezar de cero, al contrario, había mucha materia, lo que había que hacer era ver, ver con otros ojos. Hay una parte en la que a mucha gente se le critica que en realidad no hicieron nada, que sólo copiaron lo que ya existía. Sí, pero yo tengo que decir que eso que ya existía desde hace mucho nadie lo había visto. Que alguien lo haya visto y se lo haya apropiado, en retrospectiva podemos entenderlo como genial. Creo que los chicles en el árbol o las grietas en el cemento resanadas con cinta de Kuri y Gruener respectivamente son muy significativas de un momento… Había una frescura utilizando material ya existente, que es importantísima.
SR: ¿Y crees que se tenga que aceptar primero en el exterior para después ser aceptado acá?
CR: No creo que sea así de tajante. Yo creo que sí se aceptó acá y entonces se presentó al exterior. Ahí sí voy a ser malo: siempre se ha tenido, ahora ya no tanto como a principios de los noventa, esa necesidad de aval del exterior. Es decir, el trabajo que hizo gente como Guillermo Santamarina y Olivier Debroise, ellos supieron verlo aquí, supieron presentarlo aquí, y todavía no estaban desarrollados ni museos ni institutos de arte contemporáneo ni el circuito de galerías ni un circuito de compradores, pero sí lo vieron aquí, hicieron exposiciones aquí y luego las presentaron al exterior. Ahí es donde podríamos hablar de ese aval del exterior.
En provincia, hay una red en Oaxaca que no es igual a la Ciudad de México. Monterrey lo hizo mucho después; Guadalajara apenas lo está haciendo, los últimos 10 años, y párale de contar; ya abrieron una especie de centro cultural en San Luis Potosí, que tampoco está funcionando muy bien; ya abrieron una escuela en Mérida… Hay mucho que hacer, hay mucho que aprender. Esta ciudad sí ha sido privilegiada, Oaxaca es un gran hecho, supongo tendrá sus bemoles, sus asegunes. Pero no hay un circuito de instituciones, el Estado, como no es generoso con la ciencia, tampoco es especialmente generoso con el arte, lo siguen viendo como un mal necesario. Tampoco hay tanto dinero en el país, por parte de los coleccionistas privados, sí tienes gente muy rica que tiene grandes colecciones pero son pocos.
SR: Al respecto el maestro Ehrenberg dice, a grandes rasgos, que el Estado le da becas a los artistas para que los artistas desarrollen su trabajo, el cual después se va a presentar en una galería a beneficio de particulares.
CR: Yo creo que el sistema de becas es relativamente bueno, aunque en el fondo también es muy mejorable. Efectivamente el Estado tiene una cierta generosidad, como la tiene con el Sistema Nacional de Investigadores, ahí hay mucha más lana porque le retribuye más al Estado… No sé cómo evaluarlo, pero las grandes exposiciones de México, que exista un Gabriel Orozco, que exista una Kurimanzutto, le reporta muchísimo al Estado también, en términos de imagen de México. Eso es invaluable. No quiero defender al Estado ni a las leyes, lo que quiero decir es que, en lo que a las becas concierne, existe un mecanismo que se llama retribución social. Es decir, tú le tienes que retribuir al Estado de alguna manera, dando cursos en provincia, donando cuadros o libros a bibliotecas.
SR: Gracias Carlos, y para ir terminando porque ya nos extendimos. Además de Oxidente, ¿qué intereses tienes actualmente?
CR: Cuando terminé lo de la pornografía hice la exposición de Oxidente, es una exposición que está inscrita en un proyecto que creo que me va a tomar otros 10 años. Quiero trabajar sobre la idea del tiempo, dividida en tres incisos: historia, lapsos y memoria. La exposición de Oxidente trabaja con la historia pero todavía quiero hacer una serie de investigaciones. Va a haber otras opciones a futuro que trabajen sobre los lapsos y luego otras que intervengan con la memoria. Quisiera construir a través de todo estos pequeños grupos de investigación, una cosa mucho más amplia que tenga que ver con la idea del tiempo. Evidentemente estoy al principio, esto puede cambiar, a lo mejor no es eso. Ahorita estoy trabajando con cosas que tienen que ver con temas históricos, donde yo creo ficciones, un poco como lo de los perros. A partir de ciertas realidades muy puntuales y a lo mejor irrelevantes, históricas, creo una ficción que habla, o puede hablar sobre la identidad nacional, de estos nacionalismos exacerbados. Ahorita estoy iniciando otro proyecto que tiene que ver con historia, en la dinámica de Oxidente voy a seguir haciendo algo sobre un pequeño capítulo de la historia nacional que me interesa.
SR: ¿Tienes relación con esa parte del país?
CR: Con occidente sí, mi familia viene de Jalisco. Los perros de Colima siempre los vi por todas partes, pero no fue por eso. Hay cosas que tienes en la cabeza, intereses que ni sabes que tienes, de repente te brincan y luego lo empiezas a asimilar con recuerdos, por eso me interesa la idea de memoria, historia.