domingo, 15 de mayo de 2011

Titicut Follies

                                                                   DIEGO ALVA PENICHE


1967, la sociedad norteamericana, en su estado más reaccionario, pretende imponerse con base en sus aparatos ideológicos,  la ciencia positiva y su destino manifiesto. No hay opción para la convivencia de otras posturas; desde el punto de vista del opresor, los hechos son dictados de manera maniquea, tales como los discursos de bienestar y justicia en los cuales la sociedad debe asimilarse. Como parte antagónica y necesaria, la sociedad es seducida por una idea de cambio, lo cual se traduce artística e intelectualmente en nuevas formas subalternas de pensamiento y acción.

Titicut Follies (1967) es una cinta filmada por un periodo de un año en la institución de reclusión psiquiátrica Bridgewater State Hospital en Masachussets. Frederick Wiseman, logra con su primera película que seamos testigos de la cotidianeidad  de dicho centro de reclusión, de individuos sumidos en la contradicción de la modernidad,  sedados del mundo moral.  



La relación de  los internos con sus celadores y la narración de los acontecimientos, dan muestra de la fuerza del documental como género y su poder de representación del mundo histórico, la metáfora de una realidad alterada, una realidad que se asemeja más a la ficción. Hablamos entonces de que el argumento de Titicut Follies, no recae únicamente en los pacientes:el título de la cinta se debe a un espectáculo de talento que organizan las autoridades del centro, mismas  que derrochan habilidades interpretativas y megalómanas, o bien, la escena en la que un interno es alimentado maquinalmente  por medio de un cucurucho y un tubo de hule insertado en su nariz, intercortado con las imágenes del cadáver del mismo interno siendo preparado en la morgue para su entierro; un momento cinematográfico donde se pasa por medio de un montaje paralelo, del sufrimiento de la vida a la tranquilidad de la muerte, imágenes que recuerdan la película experimental The act of seeing one’s own eyes (1971) de Stan Brakhage ( Ver video en Youtube).





Las instituciones, en el caso de Titicut Follies de índole psiquiátrica, son instrumentos mediante los cuales se busca llegar a un orden y cohesión de los individuos, buscando a toda costa la normalización de la moral social. El filme muestra la más radical búsqueda de dichos objetivos, demostrado por las secuencias en la cuales un paciente, que podría ser considerado normal por como actúa y se defiende, busca su libertad alegando que él se encuentra bien mentalmente y por ende la falta de necesidad de ser curado  por medio de los poderosos cocteles psicoactivos que le suministran diariamente; sin embargo, y pese que sus argumentos  parecieran los de una persona normal, sus peticiones son denegadas una y otra vez  por las autoridades del hospital. 

Titicut Follies es el primer  experimento documental de Wiseman acerca de la operación de las instituciones en los Estados Unidos. Muestra que si bien el objeto de estudio de las instituciones recayó sobre la disciplinas científico-sociales, desde la aparición de éstas en siglo XIX, el cine documental  de Frederick Wiseman las ha representado a lo largo de más de cuatro décadas, desenmascarando por medio de las imágenes y los sonidos, los fenómenos que configuran las estructuras más cotidianas de  la sociedad norteamericana.




¿Que intenta denunciar o demostrar Wiseman? ¿El  dogmatismo de tales instituciones capaces de llevar hasta las últimas consecuencias sus métodos que rozan en lo inhumano y cruel? ¿La inutilidad de una vida en sedación inducida? ¿La pérdida de la dignidad?   Quizás estás preguntas son las responsables de que este documental fuese la primera película en Estados Unidos  a la que se le prohibió su proyección pública por más de 20 años, alegando inmoralidad, obscenidad y,  por absurdo que parezca, asuntos de seguridad nacional. No obstante los absurdos esfuerzos morales en los que se decanta el status quo norteamericano, y gracias  a los familiares de los internos ahí retratados, quienes  fueron los principales defensores de la cinta, la película pudo ser vista. Se convirtió en un objeto de culto cinematográfico, que se sostiene en la idea de que la normalidad, pese a las inútiles pretensiones de encasillarla objetivamente, es un hecho que pertenece a la subjetividad y sobre todo a la conciencia desarrollada por los individuos y su experiencia con la realidad.


1 comentario:

  1. ...la normalidad es subjetiva, coincido. Me gustó mucho tu narración. Me parece que el despertar de tanta manipulación es el punto central de todo cambio.
    Pero, cómo desafanarnos de tal manipulación?. Sin duda el estar conscientes de ello es el primer paso pero cómo dar el segundo?

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