lunes, 15 de agosto de 2011

SÚPER 8 o Súper Niños


Juan Pablo Cortés

(A todos los niños y niñas de B Happy Kids)
Tenía unos 10 años cuando se estrenó E.T., y mi padre me llevó a verla. Era un domingo, y recuerdo que quedé muy impresionado, no al punto de las lágrimas pero si con las ganas de vivir una aventura así de emocionante. Al salir del cine mi papá me compró una pequeña figura de goma del famoso extraterrestre que a la mañana siguiente llevaría a la escuela. Mientras estaba formado esperando los honores a la bandera, vi como todo mundo comenzaba a sacar sus muñecos de distintos tamaños y  a hablar con gran entusiasmo de la película. Recuerdo también que saqué de mi bolsillo el pequeño monigote de cabeza desproporcionada  y me empecé a preguntar cómo alguien había conseguido que yo deseara tener entre mis manos  una figura tan desagradable… El efecto de la película se desvanecía y yo me empezaba a preguntar si el señor aquel que había hecho la película quería mis sentimientos o más bien mi dinero.
Y desde aquellos tiempos mi gusto cinéfilo se resistió a los poderes del llamado Rey Midas de Hollywood, que treinta años después parece buscar sucesor en el exitoso director J.J. Abrams  (Alias, Lost, Star Trek) con quien produce una película llamada Súper 8, que no es más que un compendio de citas y homenajes a E.T. El Extraterrestre, Encuentros Cercanos y Los Goonies, según parece, con mucho cariño y veneración.
Y digo “según parece” porque me he negado a ver la película. Es cierto que a los autores sólo les preocupa sacarme dinero a costa de mi sentimentalismo. Quizás podría atraerme la historia de un grupo de niños que, jugando a hacer cine en un pueblito de Arizona (donde el Rey Midas pasó su infancia, por cierto), graban accidentalmente el descarrilamiento de un tren y la fuga de un extraterrestre, y claro que a mi me hubiera encantado correr una aventura así, ¡y además filmarla!
Mi padre tenía una cámara de súper 8, pero no me la prestaba. Yo asumí erróneamente que para aspirar a hacer películas tendría que hacerme adulto, así que sólo me quedaba dibujar y escribir las grandes películas que haría cuando fuera grande. Pero ahora la verdad es que pienso diferente. Tengo una cámara, tengo todo. He podido hacer ya algunas cosas, pero siempre pensando en recuperar a ese niño que yo era y que estaba lleno de insolencia e imaginación, que son las verdaderas condiciones de esta profesión. Sin embargo, como adulto enamorado de mi infancia, ahora intento hacer algo por los que aún son niños y poseen un interés tan puro y un deseo tan grande de poner en imágenes lo que hay en sus corazones.
Hoy felizmente puedo, con ayuda de un chorro de niños y niñas imbatibles, tener mi revancha  poniendo mi cámara en sus manos y, sin más, ponernos a jugar muy en serio… y hacer películas en nuestro taller de verano. Es por eso  que ya no tengo por qué meterme a una sala de cinépolis para ver como un grupo de mercaderes talentosos y llenos de genio pretenden venderme una nostalgia que no tengo, y no quiero. No señor.
 

2 comentarios:

  1. Hola Juan, un par de comentarios que espero que te resulten útiles en algún grado. Creo que estás siguiendo el mismo esquema de mostrar algo de manera audiovisual echando mano de sentimentalismos en tu video. Porqué cerrarse tanto ante una película sin conocerla? se le critica sin conocimiento de causa. Una manera de plantar una postura congruente frente al imperialismo Hollywoodense sería poner el nombre de tu curso de verano en español. Saludos

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  2. De hecho el nombre del curso no lo puse yo, sino quienes me invitaron a él, y supongo que con el video simplemente intento contagiar de una experiencia linda que viví. Un abrazo enorme!

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